Ejercicio y bienestar: más allá del físico Cuando hablamos de actividad física, solemos pensar en los beneficios físicos: mantener un peso saludable, mejorar la circulación o fortalecer el corazón. Pero, ¿sabías que mover tu cuerpo también influye directamente en tu estado de ánimo y en la manera en que gestionas el ...
Ejercicio y bienestar: más allá del físico
Cuando hablamos de actividad física, solemos pensar en los beneficios físicos: mantener un peso saludable, mejorar la circulación o fortalecer el corazón. Pero, ¿sabías que mover tu cuerpo también influye directamente en tu estado de ánimo y en la manera en que gestionas el estrés?
Cada vez que haces ejercicio, tu cerebro libera endorfinas, dopamina y serotonina, conocidas como las "hormonas de la felicidad". Estas sustancias químicas naturales actúan como un potente antidepresivo, reduciendo la ansiedad y elevando tu estado de ánimo. Por eso, tras una buena sesión de entrenamiento, muchas veces sentimos una sensación de bienestar inmediato.
Además, el ejercicio ayuda a regular los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Cuando estamos sometidas a mucha presión, nuestro cuerpo produce más cortisol de lo normal, lo que puede generar cansancio, irritabilidad e incluso afectar nuestro sistema inmunológico. Practicar actividad física con regularidad ayuda a mantener esta hormona bajo control, permitiéndote afrontar los retos del día con más calma y claridad.
El ejercicio no solo alivia el estrés y mejora el estado de ánimo, sino que también fortalece habilidades cognitivas como la concentración, la memoria y la creatividad. Estudios han demostrado que las personas activas físicamente tienen un menor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, ya que el movimiento estimula el flujo sanguíneo en el cerebro y fomenta la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y aprender nuevas cosas.
Por otro lado, si alguna vez has sentido que después de un paseo o una sesión de yoga ves las cosas con más claridad, no es coincidencia. La actividad física ayuda a reducir la fatiga mental y favorece la toma de decisiones. Incluso mejora la calidad del sueño, lo que influye directamente en nuestro estado emocional.
Para muchas mujeres, el ejercicio se convierte en un momento de desconexión y autocuidado. En un mundo donde las responsabilidades se acumulan (trabajo, familia, casa…), encontrar un espacio para mover el cuerpo es también una forma de decirnos a nosotras mismas: "Me importo y me dedico este tiempo".
El movimiento, además, nos ayuda a liberar emociones atrapadas. Bailar, correr, nadar o incluso caminar al aire libre puede ser una manera saludable de canalizar la tensión y conectar con nuestro interior.
Si alguna vez has llorado después de una sesión intensa de entrenamiento, no te preocupes, es completamente normal. El ejercicio nos ayuda a liberar lo que llevamos dentro y, muchas veces, nos permite sentirnos más ligeras emocionalmente.
La respuesta es sencilla: el que disfrutes. No se trata de forzarte a hacer algo que no te gusta, sino de encontrar una actividad que realmente te motive. Algunas opciones recomendadas son:
Si no tienes una rutina de ejercicio establecida, no te preocupes. No necesitas pasar horas en el gimnasio para sentir los beneficios. Pequeños cambios en tu día a día, como subir escaleras en lugar de tomar el ascensor, hacer estiramientos por la mañana o salir a caminar después del almuerzo, pueden marcar la diferencia.
Lo importante es moverte, escucharte y encontrar una actividad que te haga sentir bien. No lo veas como una obligación, sino como una herramienta para cuidar de ti, tanto por dentro como por fuera.
El ejercicio es una de las mejores inversiones que puedes hacer por tu bienestar mental y emocional. Más allá de los beneficios físicos, moverte te ayudará a sentirte más fuerte, más segura y más en armonía contigo misma. Así que la próxima vez que dudes si hacer ejercicio o no, recuerda que cada paso, cada respiración y cada movimiento cuentan. ¡Tu mente y tu corazón te lo agradecerán!