¿Por qué dice que vivimos un "auge caótico" de las emociones? Vivimos un auge, desde hace unas décadas, por una serie de descubrimientos, estudios científicos y hechos diversos que corroboran de sobra la relevancia vital de las emociones como dimensión humana esencial equiparable a la razón y al conocimiento. Pero a ...
Vivimos un auge, desde hace unas décadas, por una serie de descubrimientos, estudios científicos y hechos diversos que corroboran de sobra la relevancia vital de las emociones como dimensión humana esencial equiparable a la razón y al conocimiento. Pero a la vez vivimos un caos porque las emociones siguen siendo unas grandes desconocidas y ahora, para rematarlo, las redes sociales amplifican y agravan peligrosamente este desconocimiento. Circulan constantemente una gran cantidad de malentendidos, falsedades y disparates que hacen que se confundan las buenas y malas prácticas emocionales, y nos creemos preceptos, estereotipos y tópicos superficiales, carentes de fundamento o directamente engañosos, que perjudican gravemente la madurez y la salud emocional y mental, tanto personal como social.
Una educación o transmisión emocional conocedora de la dimensión intrapsíquica de las personas, con fundamento y criterios psicopedagógicos sólidos y rigurosos. Más orientada a la salud que a la felicidad, puesto que es esencial preservar la salud cuando la felicidad se nos resiste, ya que hay formas de felicidad no saludables ni convenientes.
Es una educación que escucha y atiende lo que nos pasa por dentro, que equilibra autoestima y empatía, que pone corazón en la mirada, en la escucha y en el habla, que quiere formar niños y adolescentes conscientes, asertivos, responsables, comprometidos, humildes, resilientes. Que ni desatiende las emociones ni las adora, que es fuente de sensibilidad, saber y humanización.
Hay dos de primordiales. El primero, tener muy claro que la educación emocional no es una cuestión de currículums, programas ni maletas didácticas, no se trata de preguntar cómo te sientes, de pintar y colorear emociones ni de decirte todo el día autoafirmaciones positivas. Es una cuestión de actitudes vitales y educativas, de formas de relación y estilos de comunicación.
En la mayoría de conflictos o perturbaciones humanas se puede encontrar algún tipo de desorden o carencia emocional de trasfondo. Y solo sanando la guerra interna se puede acabar con la guerra externa, como dice Amenós. El segundo, tener igual de claro que si lo que hacemos tiene algún tipo de repercusión sobre niños o adolescentes, no hay excusa que valga para no ocuparnos de nuestras emociones. Hacen falta políticas valientes que la valoren, contemplen, promuevan y evalúen en los ámbitos familiar, educativo, sanitario, en la formación inicial y en el acceso a la profesión docente, etc.
La que considero más prevalente es la que denomino "modo influencer", que se ha convertido en un escaparate que aglutina y supera carencias y despropósitos de todas las otras. Es la transmisión emocional propia de youtubers, instagramers, tiktokers y todo tipo de charlataners. Su impacto social y educativo es preocupante porque en muchos casos se trata de comprimidos virtuales instantáneos, superficiales, estereotipados, carentes de criterio, rigor, cimiento, matiz, incluso falsos, que impiden o suplantan la reflexión pausada, la lectura y la formación presencial, aspectos vitales e indispensables todos ellos porque comportan una mayor interacción e interpelación personal, un mayor compromiso y unos efectos más consistentes y persistentes.