Una característica nuclear de la vergüenza es que afecta a la totalidad de la persona, lo que se denomina proceso de identificación. Podemos identificar un rasgo, un atributo o un comportamiento erróneo y creer que representa la totalidad de nuestra persona. Esto incrementa el malestar que nos genera la vergüenza, ...
Una característica nuclear de la vergüenza es que afecta a la totalidad de la persona, lo que se denomina proceso de identificación. Podemos identificar un rasgo, un atributo o un comportamiento erróneo y creer que representa la totalidad de nuestra persona. Esto incrementa el malestar que nos genera la vergüenza, que suele venir asociada a otras emociones negativas (como la culpa). En todos los casos, la autoestima se verá afectada, pudiendo presentarse consecuencias negativas a diferentes niveles (personal, familiar o profesional, fundamentalmente).
Los expertos señalan que es preciso identificar el tipo de vergüenza al que nos enfrentamos. Destacarían:
1-Falsa modestia. La vergüenza se asocia al deseo de hacer bien las cosas, al perfeccionismo y a la necesidad de reconocimiento y admiración externos que, mantenido en niveles aceptables, no sería un problema. Cuando nos genera malestar reconocer ese deseo de querer destacar en algunas situaciones por valorarlo como algo negativo, estaríamos hablando de falsa modestia.
2-Vergüenza ajena o vergüenza vicaria. Describe una forma indirecta de experimentar vergüenza, pues la persona que la está sintiendo no ha cometido la infracción ni se ha visto afectada; es una espectadora del evento. La incómoda situación le genera empatía con quien siente vergüenza realmente y comparte esta emoción, pudiendo experimentarla de manera más intensa que la propia víctima.
3-Vergüenza falsa. Describe una situación en la que la persona, en realidad, no ha cometido la afrenta de la que la acusan, por lo que está siendo tratada injustamente, pero experimenta vergüenza, al ser acusada. Puede provocar que la persona avergonzada llegue a dudar de su conducta y pensar que merece lo que le está sucediendo.
4-Vergüenza funcional. Ayudaría a evitar errores y protegerse en contextos percibidos como amenazantes
5-Vergüenza disfuncional. Nos invade plenamente, nos bloquea y nos lleva a querer ocultarnos. Genera incapacidad para exponernos a nivel social o ante nosotros mismos.
6-Vergüenza pura. Es la más general y todas las personas la han experimentado en alguna ocasión. Generada por haber causado a otra persona un agravio que desencadena la percepción de deshonor y vergüenza en quien lo ha provocado.
7-Vergüenza tóxica. Se presenta cuando nos vemos expuestos a condiciones extremas y las personas que la sufren no son quienes han cometido la afrenta. Describe la reacción de algunas víctimas de abusos que suelen sufrir una disociación para poder gestionar la vergüenza, quedando encapsulada hasta que cuentan con los recursos necesarios para hacerle frente. Son personas que pueden considerarse víctimas dobles, por los abusos sufridos y por la culpabilidad y la vergüenza que le generan y de los que no son responsables.
La vergüenza puede ayudar a corregir una mala acción o un mal comportamiento realizado en público, pero no debería provocarnos castigo, malestar y humillación. Cuando esto sucede, es el momento de pensar que algo no va bien y es preciso pedir ayuda a un profesional.