El restaurante Taberna del Clínic de la ciudad condal fue el escenario de la presentación de las bodegas y de sus afamados vinos por la familia Rodero. Cuando se habla de estas bodegas se posiciona siempre la ilusión de toda una familia, del sueño que un día movió a un ...
El restaurante Taberna del Clínic de la ciudad condal fue el escenario de la presentación de las bodegas y de sus afamados vinos por la familia Rodero. Cuando se habla de estas bodegas se posiciona siempre la ilusión de toda una familia, del sueño que un día movió a un padre a fundar esta bodega de la Ribera del Duero, y que hoy inspira a sus hijas a continuar con la visión propia de una nueva generación.
Desde 1991, Bodegas Carmelo Rodero se erige como un emblema de dedicación y excelencia en la viticultura, reflejo del espíritu emprendedor de Carmelo Rodero. Su historia comienza con un joven Carmelo, quien desde los 13 años se entregó al cultivo y cuidado de la tierra.
Ahora sus hijas, Beatriz y María Rodero, directoras técnica y comercial, respectivamente, toman el testigo de manos de su padre quien, con ambición y enorme responsabilidad por la tierra de Pedrosa del Duero, ha convertido los vinos de Bodegas Carmelo Rodero en un referente de calidad.
Tal como explicaron en la presentación en Barcelona, las nuevas generaciones de la bodega se esfuerzan en continuar con el objetivo que en 1991 se marcó su padre y que ha supuesto su gran éxito: elaborar vinos de la mayor calidad y reflejar con autenticidad el terruño de la Denominación de Origen Ribera del Duero.
"Desde el año 1991 hasta ahora la bodega ha ido evolucionando, creciendo poquito a poco igual que la marca, hemos visto como ha crecido el negocio, hemos valorado el esfuerzo y estamos ahora en el momento más dulce de la bodega", nos comentó María Rodero.
Viticultura sostenible
El amor por el terruño es una de las características de esta bodega y su familia. Beatriz Rodero, directora técnica, cogió las riendas de la elaboración de sus vinos en 2007. La experta explica que Bodegas Carmelo Rodero adquiere nuevos viñedos cada año y ahora está distribuido por varias zonas de la denominación, algo que permite contar con zonas de distinto carácter que aporten complejidad a sus vinos.
Beatriz comenta que ha cogido el relevo de la mejor manera. "Nuestra base angular es la viña, donde no usamos insecticidas, no tenemos sello ecológico pero sí nos basamos en una viticultura lógica. No usamos levaduras, lo elaboramos todo con las uvas autóctonas, la uva es la que va marcando: tenemos 36 vinos diferentes, intentamos vinificar por zonas, y cada una es independiente".
Ello se explica porque en la bodega se patentó un sistema único en el mundo: depósitos de fermentación de acero inoxidable que giran para optimizar la vinificación por gravedad, y que preserva la uva en su estado más natural posible. Este método evita el contacto de la uva con mangueras y bombas, permitiendo que llegue intacta a la fermentación, y recibe el nombre de sistema giratorio de gravedad patentado.
El sistema que los destaca consiste en una plataforma giratoria en la que cuentan con diez depósitos de 20.000 litros. "La patente de este peculiar sistema, creado por el propio Carmelo Rodero, es de 2004 y desde entonces han comprobado cómo han dado un vuelco a la calidad de sus vinos", según Beatriz.
En este sistema no se utiliza ningún tipo de bombeo ni se realiza ningún tipo de fricción contra la uva. Al dejar que sea la propia gravedad la que haga que se muevan los granos de uva, se consiguen resultados mucho más delicados.
Cómo son sus vinos
Gracias a todo este proceso, los vinos son de altura. Potentes al paladar, tienen variedad, como 9 Meses, un tinto que exhibe un elegante color violáceo de capa alta con ribetes rojo picota. En nariz, los aromas primarios de la variedad tempranillo cautivan con una intensa esencia floral, fruta roja y sutiles toques lácticos de su crianza en barrica.
Por su parte, Raza es fuerza que nos diferencia. Espontáneo, elegante, sutil, sedoso, balanceado, este "nuevo vino" es a la vez intenso y ligero. Posee la elegancia de su predecesor y mejora su frescura. A lo largo de su creación, Raza se rige por los mismos criterios de exigencia que rigen la composición de nuestros vinos Pago de Valtarreña o TSM.
Mientras que TSM despliega una personalidad extraordinaria con aromas de frutas negras maduras, notas especiadas y sutiles toques balsámicos. Los aromas propios de una cuidadosa crianza se entrelazan en una combinación armoniosa y profunda. "En boca, se muestra corpulento y equilibrado, culminando en un posgusto prolongado y persistente que deja un recuerdo grato y duradero".