El consumo de pollo en España registró un crecimiento en 2023. Cada persona consumió cerca de 12 kilogramos de este tipo de carne durante el año pasado. En 2022 su consumo era poco inferior, situándose en los 10,51 kilogramos anuales, según se observa en el gráfico de Statista, en el ...
El consumo de pollo en España registró un crecimiento en 2023. Cada persona consumió cerca de 12 kilogramos de este tipo de carne durante el año pasado. En 2022 su consumo era poco inferior, situándose en los 10,51 kilogramos anuales, según se observa en el gráfico de Statista, en el que realiza una comparativa del consumo de este producto en el periodo comprendido entre 2010 y 2023. A pesar de que la ingesta de carne de pollo ha aumentado de un año para otro, continúa lejos dos valores registrados en 2012, cuando el consumo por persona era de 14,77 kilogramos al año. El pollo es junto con el pavo y el conejo una excelente opción cuando se trata de llevar una dieta equilibrada, saludable, baja en grasas y rica en proteínas. Además de ser carnes beneficiosas para nuestra salud, se adaptan a múltiples formas de cocinar y se pueden preparar infinidad de recetas a partir de ellas. En concreto, la carne de pollo está compuesta en su mayor parte por agua (70,3%), posee 167 kilocalorías, siendo la piel en donde se concreta la mayor parte de la grasa, es un alimento rico en proteínas y minerales, tal y como se observa en la tabla de composición nutricional elaborada por la Fundación Española de la Nutrición (FEN). El potasio, por ejemplo, contribuye al correcto funcionamiento del sistema nervioso y de los músculos. En el caso del pollo tiene una gran presencia, en 100 gramos de producto hay 248 mg de este mineral. El fósforo también aparece de forma notable, con 198 mg por cada 100 g de pollo. Cumple un papel fundamental en el fortalecimiento de los huesos y los dientes, además de contribuir a la producción de energía. Según el informe de Recomendaciones dietéticas saludables y sostenibles de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) señalan que es aconsejable "consumir de 0 a un máximo de 3 raciones de carne a la semana, priorizando el consumo de carne blanca de aves y conejo y minimizando el consumo de carne procesada". A lo que añaden lo siguiente: "si puedes, elige productos procedentes de ganaderías donde la cría de animales cumpla con los más altos estándares de bienestar animal y consume todas las partes del animal (incluyendo cortes grasos y casquería), para evitar el desperdicio. No obstante, se recomienda elegir cortes magros si se necesita controlar la ingesta de calorías".
Si no paras de darle vueltas al menú semanal y siempre optas por la opción más sencilla y la que te lleva menos tiempo y eso supone preparar un filete de pechuga a la plancha con una ensalada y arroz en blanco o unos zancos de pollo al horno con puré de patata, te invitamos a que eches un vistazo a las sugerencias que vienen a continuación. Seguro que a partir de ahora introducirás unos pequeños cambios en la dieta diaria para desmarcarte un poco de la rutina.
Aprovecha la barra de pan o la hogaza que te ha sobrado el día anterior para preparar este aperitivo o tentempié en el que la pechuga de pollo se sirve como crema para untar. Ve cortando tu pan en rodajas y tostándolo para acompañarlo con la propuesta que ofrece Mónica Acha, dietista, nutricionista y tecnóloga de los alimentos, en su canal de YouTube Simple Blending.
Retira la piel de la pechuga de pollo asada y pica el trozo con un cuchillo. Esto puede venirte bien cuando hayas preparado pollo en casa y te haya sobrado una parte. Si esto no te ha ocurrido, puedes comprar la pechuga fresca, cocerla y aprovechar para hacer un caldo de verduras, tal y como propone la profesional. Una vez que está picado, pásalo para un bol, y pela y corta la chalota. Después, tritura en la procesadora de alimentos o con un cuchillo la chalota y los pepinillos. Añade esta mezcla en el recipiente de la carne, agrega la mostaza, el queso crema y la salsa de pollo fría. Remueve todo con un utensilio y pasa el paté para un tarro.
Sírvelo como plato principal pero antes aderézalo con una cremosa salsa elaborada con caldo y nata. Puedes comerlo así o acompañar el plato con una guarnición de pasta, arroz, quinoa, patatas fritas o ensalada. Continuarás comprobando como unas simples pechugas de pollo pueden dar tanto juego en la cocina. Esta receta viene de la mano de Food and Glory.
Lo primero que tendrás que hacer será salpimentar tus pechugas. Después, añade un chorrito de aceite de oliva en una sartén, marca los filetes por ambas caras y resérvalos. Pica la cebolla y el ajo. Rectifica de aceite y en la misma sartén de antes cocina el ajo a fuego bajo y cuando esté dorado, agrega la cebolla y deja que se poche bien. Mientras se va haciendo aprovecha para limpiar y cortar en láminas los champiñones. Incorpóralos al recipiente, echa un poco de sal y sube la temperatura del fuego para rehogarlos unos minutos. Añade el orégano y la albahaca, así como también los tomates secos picados. Cocínalos un par de minutos más, vierte el vino blanco por encima y cuando se evapore, añade el caldo de pollo, la nata y remueve bien. Deja que la salsa se reduzca, espolvorea el queso rallado, remueve de nuevo para que se integre, incorpora las espinacas frescas, una vez que reduzcan su volumen, recupera las pechugas e introdúcelas en el recipiente. Cubre la sartén con una tapa y deja que se cocinen unos diez minutos más. Cuando transcurran los primeros cinco minutos, recuerda retirar la tapa y darle la vuelta a las pechugas para que se cocinen por la otra cara.
Si te gustan los contrastes y la mezcla de sabores, ¿por qué no combinar un alimento salado como es el pollo con una fruta dulce como la piña en una misma elaboración? En el videotutorial de Q´Rico Recetas muestran como hacer esa receta exótica para ponerle un poco de color tras una jornada estresante en el trabajo.
En una sartén echa un chorrito de aceite en el fondo y fríe los muslos, espolvorea un poco de sal y pimienta, dales la vuelta a las piezas para aliñarlas por el otro lado. Luego, pela, corta y trocea las rodajas de piña, haz lo mismo con la cebolla y reserva. Cuando la carne adquiera un color dorado, pásala para un plato. En el mismo recipiente, sofríe la cebolla con el ajo en polvo, y pasados cinco minutos, agrega sal, la canela, la pastilla de caldo desmenuzada, así como los trozos de pollo, la piña y la cebolla picada junto con el pimiento verde y el rojo. Por último, incorpora el azúcar moreno y la fécula de maíz disuelta en agua. Tapa la sartén hasta que la preparación espese. Si lo deseas, sírvelo con arroz en blanco, según proponen en el vídeo.
Rebozar el pollo es una opción interesante, ya que le aporta una capa externa crujiente al filete sin que pierda jugosidad y a los más pequeños de la casa les encanta. En el videotutorial Naturalmente Adri ofrecen tres ideas sin gluten y bajas en carbohidratos para empanar el producto. Además de las opciones expuestas, puedes utilizar copos de maíz o de avena, quinoa, semillas de sésamo, huevo y harina de maíz, entre otros.
Unta los filetes con aceite por ambas caras, ayudándote de un pincel. Reboza el primero en coco rallado, el segundo con harina de almendra y el tercero con pistachos troceados. En el caso de la segunda propuesta, la experta recomienda espolvorear unas especias por encima para que adquiera un mayor sabor. Después, cocínalos en el horno o en la freidora de aire.
FOTO PRINCIPAL.: Foto de Max Griss en Unsplash.