Se puede definir la incertidumbre como la falta de seguridad, confianza y certeza sobre algo. Se genera, fundamentalmente cuando pensamos en temas que nos causan inquietud. Todas las personas la sienten en algún momento de la vida porque aparece en situaciones en las que no se dispone del control absoluto y/o faltan respuestas e información. Puede generar inquietud, inseguridad, estrés, ansiedad o miedo. De hecho, el miedo al futuro está relacionado con una baja tolerancia a la incertidumbre.

De manera general, las personas deseamos reducir al máximo la incertidumbre, porque tener todo bajo control aumentaba nuestra capacidad de supervivencia cuando vivíamos en las cavernas. A pesar de los cambios sociales, el cerebro y el cuerpo reaccionan de la misma manera ante la sensación de incertidumbre.

En ocasiones, disfrutamos de la incertidumbre. Nos gusta ver un partido porque desconocemos el resultado o queremos ver una película sin saber el final (es horrible que nos hagan spoilers). Cuando pensamos en nuestro futuro personal, lo pasamos mal porque la incertidumbre impide tenerlo todo bajo control.

Es importante señalar que lo negativo es la manera de gestionar ese miedo al futuro porque, aunque estamos preparados para pensar a largo plazo, predecir y planificar, dedicamos demasiado tiempo a plantearnos los peores escenarios posibles y las soluciones que implementaríamos, aunque nunca lleguen a producirse realmente.

Los especialistas señalan que, tener un miedo excesivo al futuro, puede tener numerosas consecuencias que afectan al presente. Destacarían:

1-Anticipación absoluta y negativa. Creemos que anticipar el futuro nos ayudará a predecir correctamente lo que va a ocurrir y estaremos preparados para vivirlo sin sufrimiento, aunque ya estamos sufriendo en el presente.

2-Centra la atención de manera incorrecta. Nos dedicamos a anticipar lo que va a suceder y nos agotamos pensando en lo que nos genera miedo y va a suceder en el futuro, por lo que no nos focalizamos en las situaciones que realmente estamos viviendo en el presente.

3-Control absoluto. El miedo nos induce a querer tenerlo todo bajo control y anticipar lo que va a ocurrir de manera negativa, incluso catastrófica. Creemos que es bueno pensar en lo peor que podría suceder para estar preparados y no sufrir.

4-Emociones negativas. Focalizamos nuestros pensamientos en experiencias negativas anteriores y nos imaginamos que lo que sucederá va a ser siempre lo peor que podría pasar, aunque no sea cierto.

5-Nos paraliza y nos estanca en el presente. Cuando no disfrutamos de nuestro trabajo, de nuestra pareja o de nuestro grupo de amigos, el miedo puede hacer que seamos incapaces de decidir realizar un cambio imprescindible que nos haría sentir mejor a medio y largo plazo.