Se puede describir vergüenza como una emoción que nos hace sentir mal por algo que consideramos inadecuado. Implica un juicio negativo sobre nosotros mismos y está muy asociada a la valoración que otras personas harán de nuestro comportamiento. Siempre implica el miedo al juicio negativo de otros. La vergüenza suele venir ...
Se puede describir vergüenza como una emoción que nos hace sentir mal por algo que consideramos inadecuado. Implica un juicio negativo sobre nosotros mismos y está muy asociada a la valoración que otras personas harán de nuestro comportamiento. Siempre implica el miedo al juicio negativo de otros.
La vergüenza suele venir asociada a otras emociones y sentimientos negativos, como la impotencia o la culpa. La sentimos cuando percibimos que no podemos hacer nada para reparar nuestra imagen. Después aparece la ira contra uno mismo (autocastigo) o contra los demás, aunque en ambos casos es una emoción que nos provoca daño y sufrimiento.
Sea cual sea la emoción asociada, nuestra autoestima se verá afectada, pudiendo llegar a presentarse consecuencias negativas que afectarán a nuestra vida a diferentes niveles (personal o profesional).
La vergüenza aparece con el desarrollo, aproximadamente a los dos o tres años. Los bebés no sienten vergüenza pero, al crecer y relacionarse con otras personas en la socialización, surgen nuevas emociones.
La vergüenza aparece cuando el niño ya es consciente de sí mismo y entiende que las personas de su alrededor consideran que algunos comportamientos son inadecuados. La educación y el aprendizaje tienen un papel fundamental en la aparición de la vergüenza.
También depende de las características de personalidad que determina la importancia que damos a ese error que no deberíamos haber cometido. Las personas con autoestima sana y se valoran adecuadamente, suelen sentir menos vergüenza o percibirla de manera menos traumática y menos duradera.
Los especialistas señalan que la vergüenza sería un mecanismo de adaptación. La manera de expresarla (bajar la cabeza, evitar el contacto visual, sonrojarse y mantener una postura corporal que indica que quieres esconderte dentro de ti mismo para evitar la interacción) nos lleva a percibirnos como seres pequeños, que no quieren ser vistos para no ser atacados por su mal comportamiento.
La sociedad utiliza la vergüenza como un mecanismo que garantiza que la mayoría de las personas cumplirá las reglas establecidas de manera implícita o explícita. Ayuda a mantener el orden establecido, a entender lo que es correcto e incorrecto y a que la persona perciba que ha hecho algo inadecuado o incorrecto y que podría ser castigada por ello. Además, ayudaría a corregir el error, pedir disculpas por lo sucedido y evitar volver a cometerlo en el futuro.
Pero también tiene un lado malo. En algunas situaciones la vergüenza se convierte en un problema para nuestro desarrollo personal porque puede llevarnos a evitar situaciones que realmente nos vendrían bien porque tenemos miedo a cometer un error y sentirnos avergonzados. Cuando la vergüenza nos limita y nos hace asumir un rol pasivo en nuestra propia vida, puede ser necesario pedir ayuda profesional para mantener la vergüenza en límites manejables.