Puede describirse acoso escolar o bullying como cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o social que se produce entre estudiantes de forma reiterada en el aula o en las redes sociales (denominado específicamente ciberacoso). De manera general, el acoso suele comenzar con una broma (en principio inocente) que hace reír ...
Puede describirse acoso escolar o bullying como cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o social que se produce entre estudiantes de forma reiterada en el aula o en las redes sociales (denominado específicamente ciberacoso).
De manera general, el acoso suele comenzar con una broma (en principio inocente) que hace reír a los demás. El acosador percibe que no es negativo meterse con alguien porque sus compañeros lo aceptan y permiten. A partir de ese momento, empieza una escalada ascendente e incontrolable que suele acabar en violencia. Las consecuencias finales suelen llevar a la persona acosada a cambiar su vida, dejar el colegio que le gusta, borrar sus redes sociales e, incluso, cambiar de ciudad.
El acosador suele sentirse protegido porque los compañeros de clase evitan defender a la persona acosada que está sufriendo. Creen que apoyando su conducta se verán libres de sus ataques y miran hacia otro lado o lo animan en sus agresiones para evitar convertirse en una nueva víctima.
Son numerosos los jóvenes que sufren acoso escolar y no lo detectan o piensan que, ignorando la situación, se resolverá. Solemos centrarnos en la víctima porque es la que más sufre, pero la persona acosadora tampoco puede sentirse bien porque no es capaz de canalizar su ira.
De manera general, los expertos aportan recomendaciones dirigidas a ayudar a todos los colectivos afectados entre las que destacarían:
1-Desde la familia. Comunicarse con los hijos, proporcionarles confianza, enseñarles a ser buenas personas, observar la aparición de actitudes extrañas (irritabilidad, insomnio o miedo a ir al colegio), preguntarles por sus relaciones, hablar periódicamente con el tutor, castigar sus actitudes negativas hacia los demás, potenciar la autoridad de los profesores, proteger al hijo acosado cuando sea posible (recogerle al salir de clase o evitar el contacto con el acosador, por ejemplo) y acudir a un psicólogo, entre otras.
2-Desde el centro escolar. Educar a los niños en valores y respeto, vigilar las zonas donde puede producirse la agresión (patios y baños, fundamentalmente), proporcionar al acosado un consejero al que poder acudir sin temor, analizar los cambios de rendimiento del alumno, observar si algún niño se queda aislado y no se relaciona con los demás, evitar elogiar siempre al mismo para que no haya envidia entre ellos, detener cualquier tipo de ataque (aunque sea verbal) que se produzca en su presencia, mantener diálogo continuo en las clases e intentar detectar las rencillas existentes, por ejemplo.
3-Los amigos o compañeros del acosado. Contárselo al profesor o tutor si el agredido no se atreve porque eso no es chivarse, acompañar al acosado, evitar que se encierre en sí mismo, ayudarle en lo posible, no animar al acosador a seguir con su actitud e intentar que el acosado disfrute de buenos momentos, entre otras.