De manera general, entra dentro de la normalidad que los niños o los adolescentes sean un poco "rebeldes", pero esta actitud desaparece con el desarrollo sin necesidad de intervención específica. En algunas ocasiones (cuando se presentan en niños muy pequeños con alta intensidad y no remiten, son muy frecuentes e ...
De manera general, entra dentro de la normalidad que los niños o los adolescentes sean un poco "rebeldes", pero esta actitud desaparece con el desarrollo sin necesidad de intervención específica. En algunas ocasiones (cuando se presentan en niños muy pequeños con alta intensidad y no remiten, son muy frecuentes e intensas, aparecen en varios contextos y causan problemas en la interacción social, en el rendimiento académico y en la relación familiar) esta situación puede ser debida a la existencia de un trastorno negativista desafiante.
Las tasas de prevalencia durante la etapa infanto-juvenil se sitúan, aproximadamente, en el 7% de los niños y en el 3% de las niñas. Es uno de los principales motivos de consulta psicológica en la población infanto-juvenil en España. Su diagnóstico se realiza, mayoritariamente en la infancia y adolescencia, pero también se encuentra en la población adulta. Es fundamental detectarlo desde el inicio para actuar de inmediato.
No existe una causa única que explique su aparición, considerándose que el origen y mantenimiento parece ser multicausal. Se reconocen varios factores de riesgo o protección (personales, familiares y sociales) que favorecen la aparición del trastorno negativista desafiante y sobre los cuales es posible actuar. Se cree que existen factores innatos o biológicos que se asocian a los procesos de aprendizaje que se presentan en la interacción del niño con su entorno durante el desarrollo personal.
Entre los síntomas del trastorno negativista desafiante destacarían:
1-Alteraciones afectivas consistentes en la presencia de estados de ánimo negativos (se muestran irritables, enojados y vengativos, fundamentalmente). Las personas afectadas se irritan fácilmente, se enfadan, sienten resentimiento y pierden la calma en situaciones cotidianas normales. Son frecuentes las discusiones, el desafío o el reto a las figuras de autoridad, acompañadas de conductas que molestan deliberadamente a las personas que les rodean. Presentan actitudes rencorosas y vengativas, rabietas, gritos, falta de respeto e incluso, durante los momentos de descontrol emocional, pueden agredir a otras personas.
2-A nivel cognitivo, en su pensamiento, son los demás los culpables de su comportamiento, problemas o errores porque realizan atribuciones externas de responsabilidad.
3-Problemas de conducta, centradas en desobediencia, oposición, desafío a las figuras de autoridad o conductas de agresión a otras personas.
4-De estas dificultades afectivas, cognitivas y conductuales se derivan problemas en las interacciones sociales y familiares, en el rendimiento académico y a nivel emocional.
El perfil de las personas afectadas es variable. Hay niños que presentan conductas negativistas (que dicen no siempre), otros rabietas (explosiones de ira y descontrol emocional), otros son desobedientes (es preciso repetirles las órdenes varias veces) y algunos las presentan todas de manera alternativa o concomitante.
El diagnóstico precisa una evaluación de los problemas de conducta y de regulación emocional de varias fuentes. Se focaliza en el niño o adolescente, sus padres, madres o cuidadores principales y el centro escolar. El tratamiento debe pautarlo el especialista.