Con la llegada de septiembre, mayores y niños se enfrentan al desafío de regresar a la rutina laboral, escolar y familiar después de las vacaciones de verano. Este proceso, que debería ser un regreso natural a las actividades habituales, puede resultar estresante para muchos, dando lugar a lo que se ...
Con la llegada de septiembre, mayores y niños se enfrentan al desafío de regresar a la rutina laboral, escolar y familiar después de las vacaciones de verano. Este proceso, que debería ser un regreso natural a las actividades habituales, puede resultar estresante para muchos, dando lugar a lo que se conoce como el síndrome postvacacional. Según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) este síndrome afecta a entre un 5 y un 8% de los niños y a un 15% de los adultos.
El síndrome postvacacional es un proceso de adaptación necesario cuando tenemos que volver de nuevo a la rutina diaria después de un periodo de vacaciones y relax. Cuando este proceso de adaptación fracasa puede provocar además de estrés, una serie de síntomas como fatiga, irritabilidad, tristeza, insomnio o dificultad para concentrarse, que pueden empeorar considerablemente el estado de ánimo y, en definitiva, sobre nuestra calidad de vida. "Estos síntomas pueden durar desde unos pocos días hasta varias semanas, dependiendo de la capacidad de adaptación de cada individuo", explica Ana Ortiz, gerente del área de Salud del Grupo Farmasierra.
Según un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association, cerca del 25% de los trabajadores tienen estrés laboral algo que los lleva a tener tres veces más posibilidades de sufrir hipertensión o alguna cardiopatía. "Por ello es muy importante evitar llegar a situaciones más complejas que puedan tener mayores consecuencias. Adoptar hábitos saludables puede marcar una gran diferencia en nuestra capacidad para adaptarnos y mantener un estado de ánimo positivo en esta situación", comenta la doctora.
En este contexto, la especialista nos ofrece algunos consejos prácticos para gestionar el estrés causado y mantener un estado de ánimo positivo durante esta época del año:
El eje intestino-cerebro representa la conexión bidireccional entre el sistema digestivo y el sistema nervioso central. La microbiota desempeña un papel fundamental en esta interacción, "de hecho es un regulador clave de este eje, puesto que ejerce sus funciones mediante el sistema endocrino, con la producción de cortisol; el sistema inmune, con la estimulación de células inmunes; el sistema nervioso, produciendo neurotransmisores y el sistema límbico generando respuestas emocionales o de comportamiento", comenta Ortíz.
En esta relación bidireccional, la microbiota es capaz de influenciar la respuesta al estrés de estos sistemas, y a su vez el estrés puede influenciar el perfil de la microbiota intestinal. "La microbiota intestinal es una importante vía de intervención, al ser una potencial diana terapéutica y preventiva para manejar el estrés. Existen estudios que indican que determinadas cepas probióticas como Bifidobacterium longum 1714 pueden modular la respuesta fisiológica y psicológica al estrés agudo, reduciendo los niveles de estrés percibido al modular el eje intestino-cerebro y reducir la inflamación intestinal que causa esta condición", finaliza la doctora.