El ajetreado ritmo y las condiciones de la sociedad actual ha dado lugar a que la juventud de las mujeres de hoy en día sea completamente distinta a la que vivieron sus madres. La franja entre los 20 y los 30 años, que para la generación anterior había sido el ...
El ajetreado ritmo y las condiciones de la sociedad actual ha dado lugar a que la juventud de las mujeres de hoy en día sea completamente distinta a la que vivieron sus madres. La franja entre los 20 y los 30 años, que para la generación anterior había sido el momento idóneo para tener el primer hijo, se ha desplazado pasada la treintena. Si bien hoy preservar la fertilidad es una opción completamente viable que ha aumentado exponencialmente en los últimos 10 años, sigue siendo un tratamiento poco conocido para la gran mayoría de las mujeres.
El retraso de la maternidad representa un problema en la medida en que la calidad y la cantidad ovocitaria descienden con los años. A partir de los 35 años, los óvulos empiezan a madurar con alteraciones genéticas, y, pasados los 38 años, alcanza ya un punto crítico. "Muchas veces, los ginecólogos al hacer las revisiones anuales tampoco les transmiten a las pacientes la importancia de la edad en la fertilidad. Actualmente se hacen muchas más preservaciones de óvulos que hace diez años, pero no llegan a ser ni 15-20% del total de ciclos realizados en una clínica de fertilidad", advierte Mª José Martínez Cañavate, ginecóloga responsable de la clínica de reproducción asistida Ginemed Madrid Centro.
La técnica de la vitrificación permite congelar los óvulos a gran velocidad y sin dañarlos en el proceso. Así, pueden conservarse en buen estado de forma indefinida hasta que la paciente decida ser madre. La naturaleza de este método se debe a que las mujeres nacen con una cantidad limitada de óvulos. Esto significa que, conforme pasan los años, descienden en número y se van deteriorando hasta acabarse cuando llega la menopausia.
"El mensaje para las pacientes es: independientemente de la reserva ovárica, si no deseas un embarazo a corto o medio plazo, opta por la preservación para poder ser mamá cuando tú decidas", señala la doctora. "Las mujeres tenemos un reloj biológico que va en contra del reloj de nuestra vida tanto personal como profesional, pero aun así tenemos la opción de congelar y así decidir el cuándo y el cómo, sin la presión de que pasa el tiempo y nuestros óvulos se deterioran", concluye.
El problema de retrasar la maternidad hasta cerca de los cuarenta años se debe al deterioro genético que los óvulos sufren con el tiempo. Al contrario de lo que pueda parecer, la calidad ovocitaria no la determina la cantidad de óvulos, sino su edad. Por eso, las clínicas de reproducción asistida recomiendan preservar a edades jóvenes, aunque la reserva sea baja. "Unos óvulos de 33-34 años, aunque sean pocos, son de buena calidad", aclara la experta.
Los especialistas en reproducción asistida insisten en que la elevada edad de las mujeres que solicitan tratamientos de fecundación in vitro con donación de óvulos (ovodonación) se debe a la falta de información. "Esas mujeres, si hubiesen preservado con 30 o 32 años, podrían hacer de sus propias donantes y utilizar sus óvulos para ser mamás con 42, 43 o 44, edades a las que actualmente muchas mujeres están decidiendo ser madres", explica especialista. "En mi opinión, el momento perfecto para congelar óvulos está entre los 30 y los 35 años. Suele ser un momento vital en el que pueden plantearse, de forma más realista, si quieren ser madres o no", finaliza.