Aunque agosto llegue a su fin en unos días, los más afortunados todavía tiene por delante largas sesiones de chiringuito, sol y mar (o piscina en su defecto). Es por eso que desde el Instituto de Dermatología Integral (IDEI) advierten de los problemas que pueden causar la hiperfotosensibilidad. O lo ...
Aunque agosto llegue a su fin en unos días, los más afortunados todavía tiene por delante largas sesiones de chiringuito, sol y mar (o piscina en su defecto). Es por eso que desde el Instituto de Dermatología Integral (IDEI) advierten de los problemas que pueden causar la hiperfotosensibilidad. O lo que es lo mismo: la alergia al sol.
Se trata de una condición dermatológica en la que la piel se vuelve extremadamente sensible a la luz solar o a otras fuentes de luz ultravioleta (UV). Este fenómeno puede desencadenar una serie de reacciones adversas, que van desde la irritación y el enrojecimiento hasta edemas, inflamación y dolor severo.
Síntomas y manifestaciones
Uno de los primeros signos de la hiperfotosensibilidad es la irritación y el enrojecimiento de la piel tras la exposición al sol. Estas reacciones pueden aparecer de forma casi inmediata y son indicativas de una reacción adversa a los rayos UV.
Además, la exposición continua a la luz solar puede llevar a la aparición de edemas, que son acumulaciones de líquido en los tejidos, causando hinchazón visible. La inflamación es otra consecuencia común, resultando en una piel dolorosa y caliente al tacto.
El dolor, por su parte, es una de las manifestaciones más severas de la hiperfotosensibilidad. Este dolor puede variar desde una sensación leve de ardor hasta un dolor intenso que puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen.
Causas de la hiperfotosensibilidad
Para conocer mejor esta patología, los expertos del IDEI desarrollan sus tres causas: factores genéticos, medicamentos y enfermedades subyacentes.
En primer lugar, destacan que la predisposición genética puede jugar un papel crucial en el desarrollo de la hiperfotosensibilidad. Algunas personas tienen una mayor susceptibilidad a las reacciones UV debido a factores heredados que afectan la forma en que su piel responde a la luz solar.
Ciertos medicamentos pueden igualmente aumentar la sensibilidad de la piel a la luz UV. Estos incluyen algunos antibióticos, antihistamínicos y medicamentos utilizados para tratar afecciones crónicas como la hipertensión y la diabetes.
Y algunas enfermedades autoinmunes y cutáneas pueden predisponer a una persona a desarrollar hiperfotosensibilidad. Ejemplos incluyen el lupus eritematoso sistémico y la porfiria, ambos asociados con una mayor reacción a la luz solar.
Cómo prevenirla
Tan importante es saber de qué se trata la alergia al sol como conocer qué medidas seguir para prevenirla. Y efectivamente, el uso regular de protector solar con un alto factor de protección es esencial para prevenir las reacciones de hiperfotosensibilidad. Se recomienda aplicar protector solar en todas las áreas expuestas de la piel, incluso en días nublados.
Vestir ropa que cubra la mayor parte del cuerpo, así como el uso de sombreros de ala ancha y gafas de sol, puede reducir significativamente la exposición de la piel a los rayos UV.
En tercer lugar, reducir el tiempo de exposición al sol, especialmente durante las horas pico de radiación UV (entre las 10 a.m. y las 4 p.m.), es una estrategia efectiva para prevenir los síntomas de la hiperfotosensibilidad.
Aunque estos consejos son igualmente recomendables en cualquier tipo de piel, tenga alergia al sol o no. Y es que, como recuerda la directora médica del IDEI, Isabel del Campo, "no existe un bronceado saludable, ya que no es más que una reacción de la piel ante un daño solar".