El verano es para muchos la mejor época del año. No hace falta enumerar los placeres de los que podemos disfrutar en este periodo del año. Pero la época conlleva, por así decirlo, daños colaterales ¿Sabías que con el aumento de las temperaturas y cambios en la alimentación, se incrementan ...
El verano es para muchos la mejor época del año. No hace falta enumerar los placeres de los que podemos disfrutar en este periodo del año. Pero la época conlleva, por así decirlo, daños colaterales ¿Sabías que con el aumento de las temperaturas y cambios en la alimentación, se incrementan los problemas digestivos que alteran la microbiota intestinal?
"Algunos trastornos como la gastroenteritis o las intoxicaciones alimentarias se vuelven más habituales en esta época del año, ya que el calor es el aliado perfecto para que aumenten las bacterias y los virus que contaminan los alimentos, provocando inflamación en la mucosa del estómago y del intestino. Por ello, hay que tener especial cuidado con los alimentos que se ingieren, asegurando una correcta desinfección de las frutas y verduras, y una apropiada conservación de los alimentos. De la misma manera, las digestiones también se vuelven más pesadas y pueden aparecer otros problemas digestivos como hinchazón, acidez, estreñimiento o diarrea", explica Luis Herrera, director médico de Schwabe.
A esto se suma que el verano es la época donde más se viaja. Muchos de esos viajes llevan consigo un trastorno de horarios, el jet lag. Los estudios revelan que las variaciones en el reloj biológico afectan a las bacterias que están en el intestino y modifican su composición. Los microorganismos desarrollados tras esos cambios están relacionados con la aparición de la disbiosis, que causa un desequilibrio en la microbiota debido al aumento de bacterias patógenas y la pérdida de aquellas que son beneficiosas. En general, la microbiota se ve afectada por los pequeños cambios que experimenta el cuerpo humano.
Asimismo, durante los viajes de verano se pueden presentar trastornos intestinales como el estreñimiento o la diarrea, provocados por una alimentación inusual, la variación en los horarios de comidas e incluso por la deshidratación. En esta época es más fácil que el cuerpo se deshidrate, debido al aumento del sudor, lo que ocasiona que haya menos líquido en el cuerpo perjudicando de forma directa el sistema digestivo, encargado de absorber el agua para ablandar las heces y expulsarlas, causando estreñimiento.
Este síntoma hace que las bacterias Bifidobacterium y Lactobacillus, promotoras de la motilidad disminuyan y crezcan aquellos microorganismos con potencial inflamatorio como el Clostridium, alterando así la microbiota intestinal. Por el contrario, la diarrea provoca una evacuación rápida de los nutrientes, lo que reduce la diversidad y cantidad de bacterias beneficiosas, expulsadas antes de colonizar el intestino.
Aunque son muchas las causas que afectan a la microbiota, uno de los factores clave es la alimentación. Por ello, se recomienda llevar una dieta equilibrada, basada en frutas y verduras, evitando el exceso de alcohol y comidas pesadas, sobre todo por la noche. También se recomienda incluir probióticos en la rutina, microorganismos vivos que actúan en el sistema digestivo ayudando a producir ácidos grasos de cadena corta que mejoran la salud del colon, favoreciendo la digestión y la absorción de nutrientes3. Además, estimulan el sistema inmunológico y protegen a la microbiota gracias a la inhibición del crecimiento de bacterias patógenas.
"Estos microorganismos se encuentran naturalmente en algunos alimentos como el kéfir, el yogur, los pepinillos y los frutos secos. Además, se puede complementar con suplementos alimenticios, como la gama Pegaso de Schwabe, que favorecen el cuidado diario de la microbiota intestinal y da un apoyo durante los procesos crónicos propios del verano, tales como los trastornos gastrointestinales relacionados con la diarrea del viajero y el estreñimiento", concluye el doctor.