Numerosos estudios señalan que las personas que padecen depresión y anhedonia muestran un funcionamiento cerebral diferente que no les permite experimentar placer. Cuando sentimos bienestar, la dopamina liberada a nivel cerebral facilita la identificación de estímulos significativos emocionalmente y la activación de las respuestas emocionales correspondientes (de alegría y satisfacción). Muchas ...
Numerosos estudios señalan que las personas que padecen depresión y anhedonia muestran un funcionamiento cerebral diferente que no les permite experimentar placer. Cuando sentimos bienestar, la dopamina liberada a nivel cerebral facilita la identificación de estímulos significativos emocionalmente y la activación de las respuestas emocionales correspondientes (de alegría y satisfacción).
Muchas personas deprimidas sufren anhedonia porque la corteza prefrontal (asociada a estímulos aversivos y desagradables) es muy reactiva y el cuerpo estriado (asociado a los positivos y agradables) es hipoactivo. Esto genera que las personas solo respondan ante los estímulos negativos, lo que contribuye a fortalecer la tristeza, la desesperanza y la sensación de vacío. Este mecanismo se puede revertir con el tratamiento adecuado.
Ciertas situaciones actúan como desencadenantes, pero es fundamental la manera de percibirlas que tenemos cada uno de nosotros. El sentimiento de vacío se relaciona con la pérdida de contacto con uno mismo en la que comienzas a ver pasar tu vida desde fuera y sin interés, como si fueras un simple espectador.
El vacío emocional puede estar provocado por muchas causas entre las que destacarían:
-La pérdida de un ser querido debido a un fallecimiento o a una separación. La ausencia de la persona que durante un tiempo ha proporcionado un objetivo a tu vida, puede desencadenar la sensación de vacío interior. La separación de la pareja o la sensación de nido vacío cuando los hijos se van de casa son ejemplos muy claros.
-La pérdida del trabajo, especialmente si era muy importante para ti y habías focalizado tus deseos, expectativas y metas en él.
-Los periodos de transición tras un cambio imprevisto (una mudanza o una enfermedad) que te obliga a renunciar a una parte de tu vida. Generan incertidumbre y la necesidad de reestructurar tus planes.
-Los problemas de autoaceptación, autoconocimiento e incapacidad para encontrar sentido a tu vida. Causan frustración existencial debido a que no has logrado alcanzar metas, deseos y expectativas.
Sea cual sea la causa, esa sensación de vacío puede provocar que te sientas embotada emocionalmente, desanimada, triste, sola y ansiosa. El afrontamiento varía en función de las personas: realizar una larga lista de actividades diarias que les impidan pensar, consumir alimentos en exceso, utilizar sustancias adictivas como las drogas y el alcohol o hacer compras compulsivas. No son buenas alternativas porque, aunque pueden reducir tu malestar de manera puntual, no son soluciones definitivas y acabarán aumentando tu sensación de vacío interior.
Con el paso del tiempo y si el vacío existencial no se resuelve correctamente, es posible que la persona acabe presentando pérdida de la capacidad para experimentar placer, sentimientos de desesperanza e indefensión y, en casos extremos, depresión. Es preciso solicitar ayuda profesional.