Puede que la de Canfranc sea la estación de tren más bonita de España, para gustos los colores; pero desde luego sí es la que tiene una historia más fascinante. A escasos kilómetros de la frontera con Francia se alza majestuoso este edificio que guarda un maravilloso legado y que, ...
Puede que la de Canfranc sea la estación de tren más bonita de España, para gustos los colores; pero desde luego sí es la que tiene una historia más fascinante. A escasos kilómetros de la frontera con Francia se alza majestuoso este edificio que guarda un maravilloso legado y que, tras décadas de abandono, ha reabierto sus puertas en forma de hotel.
La estación internacional de Canfranc está íntimamente relacionada a la unión por ferrocarril entre España y Francia desde que en 1928 el rey Alfonso XIII la inaugurara. A través del túnel fronterizo de Somport, los dos países de los Pirineos quedaban conectados, abriendo nuevas posibilidades de movilidad para pasajeros y mercancías.
Durante la Guerra Civil, los franquicias clausuraron el túnel de Somport para evitar cualquier incursión desde Francia. Sin embargo, sería durante la Segunda Guerra Mundial cuando viviría su episodio más conocido y alucinante. En gran parte, gracias a la valentía del jefe de la aduana francesa, Albert Le Lay, el Schindler de Canfranc. Con la ayuda de otros trabajadores, se jugó la vida para que miles de judíos pudieran huir de la Gestapo.
Además, con la parte gala controlada por los nazis, por la estación circulaban los trenes que llevaban wolframio gallego hacia las factorías de tanques de Alemania. Franco devolvía la ayuda que Hitler le prestó durante la Guerra Civil. En sentido contrario, trenes con toneladas de oro entraban en España desde el país germano. La mayoría del oro nazi continuaría hasta Portugal. La aduana de Canfranc estaba bajo el control de miembros de las SS y de la Gestapo.
Tras el período bélico, la estación de Canfranc no recuperaría sus años de esplendor. La entonces segunda estación más grande de Europa entraría en letargo hasta su declive, con el fin de la conexión internacional entre España y Francia por Canfranc, provocado por el derrumbe del puente de L´Estanguet en 1970 en el lado francés.
Pese a su abandono durante décadas, la estación de Canfranc siempre ha sido un gran punto de atracción por su apasionante historia. El Ayuntamiento de Canfranc organiza visitas guiadas, pero además, puedes pernoctar en a Royal Hideaway Hotel 5 estrellas Gran Lujo, único hotel de esta categoría en Aragón, un establecimiento que enamora a sus huéspedes con su combinación única de tradición y modernidad.
Además, este hotel inaugurado recientemente es también el lugar en el que descubrir la alta cocina aragonesa, con una propuesta gastronómica con estrella Michelin que fusiona tradición y vanguardia liderada por el chef Eduardo Salanova y la directora de sala Ana Acín.