El organismo funciona correctamente y está preparado para la reposición y mantenimiento del equilibrio homeostático preciso para la supervivencia. De manera habitual perdemos agua (en forma de sudor, orina o heces, fundamentalmente) y la recuperamos (mediante la bebida y la comida, especialmente). Cuando nos exponemos en exceso al sol puede ...
El organismo funciona correctamente y está preparado para la reposición y mantenimiento del equilibrio homeostático preciso para la supervivencia. De manera habitual perdemos agua (en forma de sudor, orina o heces, fundamentalmente) y la recuperamos (mediante la bebida y la comida, especialmente). Cuando nos exponemos en exceso al sol puede producirse deshidratación causada por la pérdida de agua y sales minerales (sodio y potasio, normalmente) imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo.
La deshidratación tiene lugar cuando la cantidad de agua presente en el organismo se ve reducida debido a la aparición, concomitante o no, de varios factores (la actividad física, las altas temperaturas, ciertos procesos patológicos o el consumo de determinados medicamentos, entre otros). Afecta más a niños y mayores de 60 años, aunque puede ser peligrosa a cualquier edad.
Entre los síntomas de la deshidratación destacarían: sed, menor volumen de orina, fatiga, piel seca, mareo y aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, especialmente. En los niños, además, se presentan boca y lengua secas, no tienen lágrimas, se vuelven irritables y presentan fiebre, por ejemplo. Sea cual sea la situación, es preciso consultar al médico.
El tratamiento en los casos leves se centra en la rehidratación con líquidos que contengan los electrolitos perdidos (de los que existen numerosos en el mercado, aunque lo recomendable es consumir los indicados por el médico). En los casos más graves, será necesario ingresar en el hospital para reponer los líquidos perdidos aplicando sueros intravenosos específicos.
Los especialistas indican que lo más adecuado es prevenirla. Sería recomendable beber mucho líquido y garantizar que se supera la cantidad que estamos perdiendo debido a la situación de calor extremo. El agua natural es la bebida más indicada, pero también se pueden consumir las denominadas bebidas isotónicas que utilizan habitualmente los deportistas.
Comer alimentos ricos en agua como las frutas y verduras está indicado para mejorar el estado general. En este sentido, se consideran adecuados la sandía, el melón, los arándanos, el tomate y las espinacas, por ejemplo, ya que facilitan el aporte de agua al organismo y reducen su pérdida. También se recomienda el gazpacho (en sus múltiples variedades y con la adición de sandía o melón, por ejemplo) o las sopas y cremas frías elaboradas con alimentos vegetales.
Los niños y los ancianos precisan un especial cuidado porque no perciben claramente que tienen sed y se resisten a hacerlo cuando les animamos a beber. Además de agua, puedes ofrecerles zumos naturales, batidos de frutas o helados, por ejemplo, que suelen aceptar mejor. También deben beber agua, pero estas propuestas pueden ayudarles a mantener un cierto nivel de hidratación.