La tricotilomanía describe un trastorno psicológico relacionado con el control de los impulsos que se caracteriza porque la persona se arranca el pelo de forma recurrente. Esta situación provoca una pérdida perceptible de la cantidad de pelo en la zona afectada. A pesar de esta alteración estética, las personas afectadas son incapaces de reducir o detener este comportamiento, aunque lo intentan de manera repetida. El fracaso les genera malestar, estrés y sufrimiento y puede afectar a su imagen alterando su vida social, laboral o personal.

El pelo puede ser arrancado de cualquier zona del cuerpo (como el pubis o las axilas, por ejemplo), pero lo más habitual es que se lo arranquen de la cabeza, las cejas y las pestañas. Además, es posible que se presente en una única zona del cuerpo o en varias.

No se conocen con exactitud las causas de aparición pero se considera que el estrés actúa como desencadenante. Se cree que existen estímulos internos y externos (cansancio, aburrimiento, sedentarismo, trabajo con el ordenador o estudio, por ejemplo) que provocan el impulso irresistible de arrancarse el pelo. También se cree que es una manera de regular la ansiedad y la tensión en situaciones de estrés.

La clasificación de la tricotilomanía puede centrarse en el momento en que se presentan los síntomas. La tricotilomanía de comienzo precoz suele manifestarse entre los 5 y 8 años, es de carácter benigno, limitado a episodios cortos y que suele corregirse por sí sola, aunque debe vigilarse, porque podría continuar en la edad adulta. La tricotilomanía de comienzo tardío afecta a adolescentes y a adultos, es crónica e incapacitante y los síntomas pueden presentarse de manera continua durante años o aparecer y desaparecer de manera intermitente durante semanas, meses o años.

La clasificación basada en la conciencia que tiene la persona de arrancarse el pelo, la tricotilomanía puede considerarse como un trastorno automático (aproximadamente en el 75% de los casos no existe conciencia de lo que se está haciendo porque el pelo se arranca mientras la persona está concentrada en otras actividades) o focalizada (aproximadamente en el 25% de los casos la persona sabe lo que está haciendo, siendo incapaz de evitar el impulso de arrancarse el pelo porque la tensión disminuye cuando lo hace). Lo más frecuente es que ambos tipos coincidan en la misma persona en diferentes momentos.

Algunas personas afectadas por tricotilomanía niegan que lo estén haciendo de manera intencionada o voluntaria. Es preciso que el médico haga un diagnóstico diferencial realizando una biopsia en la que se presentan folículos capilares sanos, otros en crecimiento y pelos rotos o en crecimiento.