En el mundo actual en el que vivimos parece la "dolce far niente" está mal vista. Esa agradable sensación de disfrutar de que las horas pasen y no hacer nada, dejándonos llevar por nuestros pensamientos y una vida contemplativa, parece que tiene los días contados. Porque, hoy en día, el ...
En el mundo actual en el que vivimos parece la "dolce far niente" está mal vista. Esa agradable sensación de disfrutar de que las horas pasen y no hacer nada, dejándonos llevar por nuestros pensamientos y una vida contemplativa, parece que tiene los días contados. Porque, hoy en día, el estrés diario en el que estamos sumidos, el ritmo frenético de nuestro día a día y esa sensación provocada por las redes sociales de que todo el mundo tiene planes y hace mil cosas a la vez, está provocando que a aquellas personas que disfrutan de no hacer nada o tener tiempo para ellas mismas se les mire como si fueran un ser de otro planeta. De ahí que el denominado "síndrome de la vida ocupada" nos haga sentirnos mal si pasamos tiempo sin hacer nada y nos provoque la necesidad constante de tener que estar haciendo algo, de no parar ni descansar y de estar continuamente hiperestimuladas.
Por esa razón existe tanta gente que lleva a cabo más de una tarea a la vez o intentan rellenar el tiempo libre que tienen para ser más productivos y no sentirse mal por "perder el tiempo". Además de que la sociedad actual exige a las personas ser los mejores en lo que hagamos, a estar siempre atareados y atender a todo tipo de responsabilidades, ya sean laborales, familiares, de autocuidado, planes de ocio, con los amigos, etc. Ya que estar sin hacer algo es sinónimo de fracaso, por eso esa necesidad constante de actividad, de realizar más de una tarea a la vez sin un momento de descanso. Aparte de que el ritmo acelerado que llevamos, con esa urgencia por tener las cosas al instante, y no disponer de las horas que necesitamos para llegar a todos los objetivos que nos fijamos, no nos permite tener tiempo para dedicárnoslo a nosotras. De forma paralela, ese afán por estar continuamente ocupadas y ser productivas se interpreta también como una manera de sentirnos mejor con nosotras mismos y de estar haciendo algo útil. Es decir, lo que buscamos con eso es proteger nuestro ego y sentirnos con mayor vitalidad.
Asimismo, los expertos señalan que el hecho de no querer afrontar o conocer nuestras preocupaciones y sentimientos nos hace actuar como si fuésemos máquinas, pudiendo llegar a perder nuestra parte más humana. Por eso abogan por conocernos más a fondo, ya que cuando nos conocemos podemos afrontar la vida con otra mentalidad y solucionar los problemas de una manera más eficaz.
Ante todo, debemos ser conscientes de esta situación y ser capaces de poner freno a este exceso de actividad, así como a nuestra vida tan frenética. A continuación vamos a enumerar algunas técnicas que sería aconsejable poner en marcha si consideras que sufres el "síndrome de vida ocupada":
- Permítete no hacer nada: este debería ser el primer punto a cumplir si queremos disminuir este síndrome, de ahí la importancia de contar con tiempo de descanso, de tener un momento para no hacer nada y, simplemente, descansar. Porque la vida no consiste en ser productivas siempre, también nos merecemos aburrirnos.
- Practica deporte: hacer ejercicio siempre es buena para la salud y más aún en esta situación, pues hacer deporte nos va a ayudar a desconectar del trabajo, de las tareas y sentir que nos estamos dedicando tiempo. Además de que se trata de un hábito muy saludable que nos permite mantener una buena salud física y mental.
- Marca tus rutinas de sueño: el día tiene 24 horas y hay tiempo para todo, ya sea trabajar, descansar, salir de compras, a divertirnos y, sobre todo, para esas necesidades vitales tan importantes como dormir bien y alimentarnos bien. Si las descuidamos terminaremos perjudicando nuestra salud.
- Ponte límites: ser productivo, eficiente y muy trabajadora está muy bien, pero todo tiene un límite. Y esa delgada línea entre sentirnos felices con lo que hacemos y sentirnos frustradas es muy fina. Por eso debemos saber hasta dónde podemos llegar y dónde están nuestros límites, porque no es bueno para nuestra salud física y mental decir sí a todo. Así que aprender a "decir que no" será la única manera que tenemos de aprender.