Igual de importante es decir que no mencionaré aquí casos de mujeres que deciden ser madre soltera, mujeres que deciden pasar por procesos de reproducción asistida, mujeres que congelan sus óvulos, mujeres que deciden adoptar y otras muchas alternativas relacionadas con la opción "ser madre", principalmente porque no es mi ...
Igual de importante es decir que no mencionaré aquí casos de mujeres que deciden ser madre soltera, mujeres que deciden pasar por procesos de reproducción asistida, mujeres que congelan sus óvulos, mujeres que deciden adoptar y otras muchas alternativas relacionadas con la opción "ser madre", principalmente porque no es mi caso. Y añado que respeto todas las opciones y las decisiones para serlo. Estudié magisterio del año 2005 al 2008; cuando empecé 1r curso de la carrera tenía 26 años. Y aunque ya han pasado casi 20, recuerdo, como si fuera ayer, esta frase que dijo la profesora de la asignatura de psicología:
Decides tener un hijo pero no decides qué hijo tienes.
Este razonamiento se extrapola a diferentes ámbitos; desde el más importante, la salud física y mental hasta la conducta y la personalidad u otros aspectos vinculados a ese hijo. Y es que tú decides tener un hijo, sí, pero no decides que nazca sano física y mentalmente, que no enferme nunca, que actúe como te gustaría, que se comporte como tú lo harías…
Obvio que lo educarás para que se convierta en la persona que te gustaría que fuera pero el éxito no está asegurado. Por no detallar lo que implica y supone cualquier tipo de enfermedad.
Menciono esto porque si a una persona -en este caso yo- a la que la idea de ser madre no le entusiasma, ver la maternidad desde este prisma no motiva el cambio de opinión.
Haber tenido bastante claro siempre que no quiero ser madre no me ha librado de experimentar la presión social a la que nos vemos sometidas las mujeres en relación a la maternidad. Me considero una persona valiente para expresar mi opinión en relación a un tema pero resulta que también soy (y llevo mucho trabajando en ello) una persona complaciente y es una combinación nada fácil de gestionar, os lo aseguro.
Pongo un ejemplo: he llegado a decirle a una persona que sí es madre que yo también lo sería, solo porque sentí que la conversación nos llevaba a ese punto; sin presión por su parte pero en ese momento me auto impuse que decirlo era lo se esperaba de mí.
Ahora, cuando me cruzo con esa persona pienso que quizá siente compasión al verme sin hijos. Me dan ganas de al saludarla añadir algo como:
-Por cierto, ¿recuerdas aquella conversación en la que dije que me hacía ilusión ser madre?
Pues te mentí. Lo que de verdad me hacía ilusión era un vestidor. Y ojalá haberme trabajado más interiormente para poder verbalizarlo entonces sin sentir culpabilidad por mis preferencias.
No soy nada perezosa pero sin embargo las veces que he proyectado ser madre he sentido mucha pereza. Tener un hijo me provoca pereza y no hay connotación de menosprecio en mi comentario. Me gustan los niños, nadie me ha obligado a escoger mi profesión, que además me apasiona y mis alumnos me hacen muy feliz; he sido tía con 9 años, tengo 7 sobrinos y 2 sobrinas-nietas. Me gustan los niños, insisto. Pero los de otros. Y un rato.
Sinceramente, siempre he pensado así a excepción de los momentos en los que, únicamente por presión social o presión auto impuesta, he dudado si estaba decidiendo de manera acertada. Un pensamiento recurrente en mí durante mucho, mucho tiempo ha sido que escoger no ser madre no me permitirá crear un vínculo tan especial y significativo como el que yo tengo con la mía. Pero volviendo a lo comentado más arriba: tener un hijo y poner voluntad no implica crear un vínculo parecido o igual al que mi madre supo y pudo establecer conmigo.
La mayoría de veces que he pensado en la maternidad la balanza emocional se ha inclinado (casi) siempre hacia el no. Y es que siendo honesta, a mí la idea de ser madre no me ha entusiasmado nunca sino más bien ha habido momentos en la vida en los que me he esforzado porque me entusiasme. ¿Sabéis cuando alguien se esmera por enamorarse de la pareja con la que está, porque cree que será bueno para él/ella? Pues lo mismo. Y es que esa manera de pensar no va conmigo.
No se puede echar de menos algo que no has tenido nunca. Puedes fantasear cómo sería tener aquello o lo otro pero no experimentas vacío porque nunca antes ese espacio estuvo lleno. Me siento completa en muchas áreas personales y no, no me siento incompleta por no ser madre; me conozco lo suficiente como para saber que me sentiría incompleta si no hubiese estudiado o aprobado la oposición, por ejemplo.
Para gustarme tanto leer no he escogido nunca un libro de temática maternidad o no maternidad. No me ha llamado la atención ni he tenido la necesidad de leer testimonios de mujeres que han decidido ser madre y de las que han decidido no serlo. Y aunque he vivido momentos personales en los que dudé profundamente sobre la maternidad he preferido tomar la decisión basándome en mis propias reflexiones, sin tener más opinión en cuenta que la mía y la de mi pareja.
Y aquí me detengo unas líneas.
Soy consciente de que hay parejas que no cuajan desde el inicio porque cada uno busca un futuro distinto en relación a formar una familia de más de 2. Y remarco "familia de más de 2" porque para mí, y sin ánimo de ensalzar o degradar ningún tipo de unidad familiar, una pareja también es una familia. Tener hijos no siempre significa ser una familia, significa tener hijos. Descubrir que en la pareja uno de los dos no está ni ahora, ni más tarde, ni quizá nunca por la labor de ser padre/madre no debe ser fácil. Imagino que cuando los intereses no son comunes, comprobar que no los compartes y que no llegaréis a un acuerdo es un trago. Pero personalmente, tan egoísta me resulta convencer a alguien para que no sea padre o madre si verdaderamente es lo que quiere, como convencerlo para que lo sea cuando prefiere no serlo.
Sin embargo, ahora que hace años que me siento en paz con la decisión tomada -aunque todavía no he leído ningún libro sobre el tema no maternidad- me encanta escuchar episodios relacionados con este tema porque saber opiniones, experiencias y reflexiones de otras mujeres que también han escogido no ser madres, resulta reconfortante porque te sientes comprendida y además se aprende muchísimo. Los últimos que he escuchado y que recomiendo son estos:
El podcast de Cristina Mitre. La vida sin hijos con María Fernández-Miranda
https://podcasts.apple.com/es/podcast/el-podcast-de-cristina-mitre/id1347077022
Somos estupendas. Ser o no ser madre con @madremente
https://podcasts.apple.com/es/podcast/somos-estupendas/id1514416057
Ha sido hace relativamente poco que algunas mujeres madres expresan con naturalidad que han decidido serlo por presión familiar, social o incluso la presión auto impuesta que he comentado anteriormente. También expresan sin filtro que añoran tiempo libre, el sacrificio que supone el papel de madre o lo poco valoradas que se sienten en ese rol. Y aunque no son muchas las mujeres de mi entorno que lo han verbalizado, sí las suficientes como para mencionarlo aquí: "Quiero mucho a mi(s) hijo(s) pero ahora que sé lo que es escogería no ser madre."
No he tenido que enfrentarme a situaciones desagradables relacionadas con la opción escogida pero en muchas ocasiones he sentido que se juzgaban mis elecciones y preferencias y se menospreciaban mis responsabilidades o estilo de vida, entre otros aspectos personales. Y aunque no tengo pruebas, tampoco dudas.
Estos gestos o detalles no han mermado bienestar o equilibrio y es que no hay nada más reconfortante que tomar una decisión basada en tus principios y reflexiones.
Las personas podemos ser felices de muchas maneras distintas, precisamente porque lo somos, distintas, y como tal escogemos diferentes alternativas de vida. Pero sobre todo podemos y debemos ser feliz a "nuestra manera". La que escogemos como opción. Mi manera, en el caso de la maternidad, ha sido elegir no ser madre, una decisión igual de válida, respetable y disfrutable que quien escoge serlo.