Según Jonathan Rauch, autor del libro "La curva de la felicidad: por qué la vida mejora después de los 50", la felicidad no sigue una línea recta a lo largo de nuestra vida, sino que adopta la forma de una "U". La satisfacción con la vida disminuye gradualmente entre los ...
Según Jonathan Rauch, autor del libro "La curva de la felicidad: por qué la vida mejora después de los 50", la felicidad no sigue una línea recta a lo largo de nuestra vida, sino que adopta la forma de una "U". La satisfacción con la vida disminuye gradualmente entre los 20 y los 30 años, alcanza su punto más bajo alrededor de los 40, y luego comienza a aumentar nuevamente hasta alcanzar su punto máximo alrededor de los 80 años. Este patrón sugiere que las personas mayores pueden experimentar una mayor felicidad y satisfacción con la vida en comparación con los jóvenes y adultos de mediana edad.
Una de las razones es que nuestro cerebro cambia para adaptarse y responder mejor al estrés a medida que envejecemos. Del mismo modo, a los cincuenta y cuando superamos esa etapa de vida, no nos torturamos tantos, sino que somos más optimistas en general. No nos movemos tanto por el espectro emocional, sino que sentimos un poco más seguro y listo para explotar y, sinceramente, conectarnos con el presente y los demás.
El proceso de envejecimiento no se desarrolla como comúnmente se imagina. A menudo se asocia la edad media con la plenitud de nuestras capacidades y logros, pero en realidad, las décadas de los 40 y 50 pueden ser una etapa de vulnerabilidad emocional, en la que nos sentimos más débiles, aunque intentemos no mostrarlo. Es a partir de los 60 y 70 años cuando muchas personas experimentan una mayor satisfacción y gratificación emocional en la vida.
La disminución del estrés con la edad también desempeña un papel importante en nuestra felicidad. A medida que envejecemos, reducimos el riesgo de que el cortisol, la hormona del estrés, cause estragos en nuestra salud física y mental. Estudios han demostrado que las personas mayores experimentan menos factores estresantes en su vida diaria en comparación con los adultos jóvenes, lo que contribuye a un mayor bienestar emocional.
Además, la edad nos brinda una perspectiva única sobre la vida y la muerte, lo que puede influir en nuestra felicidad. A medida que envejecemos, nos volvemos más conscientes de los límites de la vida y de la importancia de vivir de manera auténtica y satisfactoria. Nos liberamos de obligaciones y relaciones que no nos aportan felicidad, lo que nos permite centrarnos en lo que realmente importa.
La felicidad no es solo una cuestión de juventud; a medida que envejecemos, tenemos la oportunidad de experimentar una mayor satisfacción con la vida. Al comprender los factores que contribuyen a esta mayor felicidad, podemos aprovechar al máximo nuestras vidas a medida que envejecemos y disfrutar de cada etapa con plenitud y gratitud.