Un ciclo ovulatorio clásico, o ciclo menstrual dura en promedio 29,3 días, con variaciones de una persona que menstrúa a otra, e incluso y de un ciclo a otro en una misma persona. Comienza el primer día de la menstruación y se compone de tres fases, cada una de ellas ...
Un ciclo ovulatorio clásico, o ciclo menstrual dura en promedio 29,3 días, con variaciones de una persona que menstrúa a otra, e incluso y de un ciclo a otro en una misma persona. Comienza el primer día de la menstruación y se compone de tres fases, cada una de ellas dedicada a llevar a cabo un proceso específico vinculado a la ovulación que se produce alrededor del día 14 del ciclo. Algunos trabajos han sugerido que cada una de estas tres fases podría tener lugar bajo la influencia de un reloj interno cuya alteración del ritmo estaría asociada a irregularidades en el ciclo menstrual.
En los humanos, el reloj interno más conocido es el reloj circadiano, muy cercano a las 24 horas, que mantiene el ciclo sueño-vigilia y todos los ritmos fisiológicos. Está en fase con el ciclo día-noche bajo la influencia de la luz. Cuando el reloj circadiano se altera, como en el caso del desfase horario, por ejemplo, se necesitan algunos días para restablecer su ritmo habitual resincronizándose con el nuevo ciclo día-noche.
En el caso de los ciclos menstruales, la implicación de un reloj interno podría manifestarse de forma similar: la duración del ciclo normalmente sería muy estable en una misma persona y, en caso de alteración, se activarían los mecanismos de adaptación por sincronización con el entorno. Entonces, ¿qué podría ser este "sincronizador externo"? Una teoría recurrente sugiere que el ciclo lunar podría desempeñar este papel, pero hasta la fecha faltaba evidencia científica.
Un equipo de investigación internacional dirigido por Claude Gronfier, investigador del Inserm en el Centro de Investigación en Neurociencias de Lyon, se interesó por la posible existencia de un reloj biológico interno que regularía el ciclo menstrual y que podría sincronizarse con el ciclo lunar. Gracias a una gran base de datos de ciclos menstruales recopilada como parte de estudios europeos y norteamericanos, pudo comparar un total de casi 27.000 ciclos menstruales en 2.303 mujeres europeas y casi 4.800 ciclos en 721 mujeres norteamericanas.
En primer lugar, los investigadores examinaron la estabilidad de un ciclo menstrual a otro a nivel individual, comparando la duración de ciclos sucesivos. Por lo tanto, observaron una estabilidad general en la duración promedio del ciclo de cada participante, aunque durante una serie de ciclos sucesivos, algunos en realidad duraron más o menos que su ciclo "estándar".
"Estas observaciones sugieren la existencia de un mecanismo que corregiría la diferencia entre la duración del ciclo actual y la de un ciclo menstrual típico de la persona afectada", explica René Écochard, autor principal del estudio. "Unos pocos ciclos más cortos podrían así compensar una serie de algunos ciclos más largos, de modo que la duración total del ciclo oscile alrededor de la duración habitual del ciclo menstrual. Por tanto, la duración de un ciclo podría depender de la duración de ciclos anteriores", agrega.
"La observación de este fenómeno puede indicar la existencia de un reloj interno que regula finamente los ciclos menstruales, a su vez sincronizado por un evento cíclico ambiental", añade Claude Gronfier.
En segundo lugar, el equipo de investigación estaba interesado en las posibles relaciones entre la aparición de la menstruación en los ciclos estudiados y las fases de la luna en el momento de la recopilación de datos. De este modo, pudo observar una asociación, ocasional pero significativa, entre el ciclo menstrual y el ciclo lunar, aunque (y sin que este trabajo permitiera determinar la causa) una diferencia importante entre las cohortes europeas y la cohorte norteamericana: entre los europeos, el ciclo comenzó con mayor frecuencia durante la fase creciente de la luna, mientras que en la cohorte norteamericana. comenzó con mayor frecuencia en la luna llena.
"A pesar de esta asombrosa diferencia que no podemos explicar por el momento, los vínculos identificados en este trabajo entre los ciclos lunar y menstrual, por su proximidad a ciertos fenómenos que observamos en cronobiología, sugieren que la periodicidad de la menstruación y la ovulación podrían verse influenciado, de forma modesta pero significativa, por el ciclo lunar", agrega Gronfier.
Por lo tanto, estos resultados abogan por un sistema de reloj interno con un ritmo casi mensual, débilmente sincronizado por el ciclo lunar. Sin embargo, requieren más investigación y confirmación mediante estudios de laboratorio y estudios epidemiológicos más amplios.
"Confirmar la existencia de un reloj interno que coordina el ciclo menstrual, así como los mecanismos implicados en su sincronización, podría permitir aplicar los enfoques de medicina personalizada llamados `circadianos´, ya utilizados en oncología y para el tratamiento de enfermedades, desde el sueño o la depresión, hasta problemas como la ovulación y los trastornos de la fertilidad", concluye el investigador.