La primavera, "un viacrucis" para las pieles sensibles

María Robert 

La mayor exposición a las radiaciones solares y a factores irritativos como el polen afectan especialmente a las personas con este tipo de piel

08/04/2024

Llega la primavera, y con ella, días más largos, temperaturas más agradables y mucho color por todos lados. Pero no todo es tan idílico. De hecho, para el 33% de la población que según la Organización Mundial de la Salud sufre una enfermedad alérgica, la primavera puede convertirse en un ...

Llega la primavera, y con ella, días más largos, temperaturas más agradables y mucho color por todos lados. Pero no todo es tan idílico. De hecho, para el 33% de la población que según la Organización Mundial de la Salud sufre una enfermedad alérgica, la primavera puede convertirse en un calvario. En España, de acuerdo a los datos que maneja la la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Crónica (SEAIC),

aproximadamente una de cada cinco personas padece trastornos alérgicos. La rinitis alérgica es la más común, sin embargo, también son unos meses especialmente críticos para quienes tienen pieles sensibles. La mayor exposición a las radiaciones solares y a factores irritativos como el polen convierte la primavera de las peonas con este tipo de piel en "un viacrucis de rojeces y picor", como apunta Trinidad Montero, especialista del área de Dermatología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada y miembro del Colegio Ibero-Latinoamericano de Dermatología (CILAD).

"En primavera lo que ocurre, principalmente, es que las personas se encuentran más expuestas al exterior. Hay más horas de sol, la gente sale más, lleva menos ropa y se agravan esas enfermedades cutáneas más sensibles a la radiación ultravioleta, como puede ser el lupus o la rosácea. Además, en primavera también florecen las plantas y son más frecuentes las dermatitis de contacto alérgicas e incluso irritativas por culpa del polen. Y, por si esto fuera poco, al estar la piel más expuesta al sol, también aumentan las picaduras de insectos", explica.

De este modo, cuanto más tiempo de exposición al sol, más complicaciones para las enfermedades que se ven agravadas por sus radiaciones. Además, todos aquellos que tienen la piel más sensible (por ejemplo, por una dermatitis atópica que ya tiene alterada la función de barrera de su piel) también van a sufrir hipersensibilidad ante ese polen y ante ese ambiente que favorece el desarrollo de enfermedades alérgicas. En palabras de la facultativa, "el cambio de hora hace que estemos más expuestos a la radiación ultravioleta. Pero lo determinante son esas condiciones que aparecen con el cambio de temperatura y que facilitan la aparición de lesiones relacionadas con el sol, como quemaduras, hiperpigmentación de la piel e, incluso, picaduras de insectos".

Asimismo, en las ciudades, en las que debido a la contaminación hay mayor prevalencia de esa dermatitis de contacto alérgica, la tormenta puede llegar a ser aún más fuerte que en las zonas rurales en las que, paradójicamente, florecen más plantas: "El polen va a favorecer el desarrollo de esas dermatitis de contacto alérgica en la gente que está sensibilizada y a alentar la aparición de lesiones también en zonas de piel más sensibles, como los párpados y las regiones periorificiales [alrededor de la boca, ojos y nariz] con rojeces y sensación de picor y quemazón", recuerda Montero.

Qué hacer para proteger la piel

Entonces, con las cambiantes condiciones climatológicas y la subida de temperaturas de los últimos tiempos, ¿cómo podemos proteger nuestra piel ante estos efectos perniciosos de la primavera? "Una primera medida sería protegernos del sol, utilizando cremas solares y cubriendo nuestro cuerpo con ropa, gorra o sombrero, e incluso unas gafas de sol, que podrían hacer de barrera para evitar el contacto con alérgenos, especialmente los párpados, que son una zona muy sensible", recomienda la experta.

También considera prioritario consultar a un especialista, tal y como expone. "Al dermatólogo hay que acudir siempre que tengamos dudas de ante qué patología estamos, ante esa lesión en la piel que perdura en el tiempo y que no sabemos a qué se debe. El dermatólogo le hará una historia clínica, una exploración física e identificará cuál puede ser el agente causante del cuadro".

En cuanto al tratamiento, "pues dependerá del tipo de patología ante el que nos enfrentemos. Si el paciente tiene una lesión de base, como puede ser un lupus o una rosácea, lo más indicado sería protegerle del sol para evitar que empeore y luego ya, dependiendo de la patología de la que se trate, pues ponerle un tratamiento adecuado", concluye la dermatóloga.

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