Las lentejas, que continúan siendo una parte importante de nuestra gastronomía y nos han acompañado desde tiempos inmemoriales, son ideales para tomar cuando hace frío para atemperar el cuerpo, pero también en verano, ya que es un ingrediente más a tener en cuenta a la hora de preparar nuestras ensaladas. ...
Las lentejas, que continúan siendo una parte importante de nuestra gastronomía y nos han acompañado desde tiempos inmemoriales, son ideales para tomar cuando hace frío para atemperar el cuerpo, pero también en verano, ya que es un ingrediente más a tener en cuenta a la hora de preparar nuestras ensaladas. Pertenecientes a la familia de las leguminosas, son una fuente de proteínas, hierro, calcio, fósforo y fibra, según se observa en la tabla de composición nutricional de la Fundación Española de la Nutrición (FEN). Además, son bajas en calorías y ayudan a regular el tránsito intestinal. Sin embargo, no a todas las personas le sientan de la misma manera, sin importar que estas sigan la receta de siempre (aquella que lleva carne y chorizo) u opten por la versión vegetal. Algunos de los síntomas que pueden experimentar son: dificultad para realizar la digestión, acumulación de gases, sensación de pesadez en el abdomen, hinchazón y dolor de estómago. Este malestar es provocado por los oligosacáridos, unos carbohidratos que hacen que la absorción sea más lenta y molesta. En vez de desintegrarse en el intestino delgado pasan al grueso y allí se descomponen por medio de la fermentación de las bacterias.
Para reducir estos efectos, se recomienda ponerlas a remojo la noche anterior, lavarlas bien para eliminar cualquier residuo que puedan tener, cocerlas el tiempo que sea necesario y agregar alguna especia como el comino, la cúrcuma o el jengibre. Si aun así el malestar persiste, sería recomendable que la próxima vez se redujese la cantidad o que se preparasen de otra forma, como en puré o crema. Otra opción sería sustituirlas por las lentejas rojas. Se caracterizan por su color anaranjado, la ausencia de piel y por presentar un tamaño más pequeño. A diferencia de otras variedades de lentejas, estas no tienen que estar a remojo antes de cocinarlas, basta con pasarles un agua, se cocinan más rápido, por lo que conviene no despistarse mucho cuando las vayas a preparar y tienen un sabor más suave y dulce, que le aporta cremosidad al plato. Cabe destacar que al no contar con la capa externa son más fáciles de digerir.
En cuanto a formas de incorporarlas, tienes varias alternativas, al igual que ocurre con las lentejas verdes o pardinas: sopas, guisos, ensaladas, purés, cremas, hummus, bases para pizza, albóndigas, hamburguesas, crepes, etc. Todo es cuestión de ir probando e ir viendo las recetas que más te gusten. Incluso podría ser tu ingrediente principal en un plato de pasta, ya que en el mercado es posible encontrar pasta elaborada a base de lentejas rojas, que continúan manteniendo ese color tan característico.
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