Sin embargo, jugar al aire libre es fundamental para el desarrollo de los niños. Por eso, ahora que tenemos más horas de luz y la primavera está casi haciendo su entrada, es un buen momento para que los pequeños de la casa aprovechen para disfrutar de momentos de juegos y ...
Sin embargo, jugar al aire libre es fundamental para el desarrollo de los niños. Por eso, ahora que tenemos más horas de luz y la primavera está casi haciendo su entrada, es un buen momento para que los pequeños de la casa aprovechen para disfrutar de momentos de juegos y ocio en el exterior.
Y es que, son muchos los beneficios para la salud y el desarrollo de los niños que estos lleven a cabo diversos juegos al aire libre. La colaboradora de Colorbaby Paloma Castellanos, psicóloga especializada en neuropsicología y educación, además de profesora de Educación Infantil y orientadora en un centro escolar; hace un resumen de los principales beneficios:
La exposición al sol mejora la síntesis de la vitamina D, que necesitamos para el fortalecimiento óseo. Además, una exposición controlada al frío hace que el cuerpo se refuerce y seamos más resistentes a las infecciones. También el contacto con "la suciedad" hace que nos expongamos a microbios lo que hará que desarrollemos anticuerpos para luchar contra posibles bacterias.
A nivel motor, el movimiento al aire libre ayuda al niño a desarrollar fuerza muscular, coordinación, equilibrio y resistencia, y disminuye el riesgo de obesidad en el futuro ya que promueve estilos de vida activos desde una edad temprana.
La motricidad fina se ve del mismo modo beneficiada, pues los niños fabrican sus propios juguetes a partir de lo que encuentran en la naturaleza, teniendo que manipularlos, lo que supone una oportunidad para el desarrollo de la creatividad.
Las actividades al aire libre aportan también a los niños beneficios a nivel cognitivo. En este sentido, estimula todas las funciones sensoriales implicadas en el aprendizaje (la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto) fomentando la neuroplasticidad del cerebro, por el cual este se adapta y organiza en respuesta a nuevas experiencias. Actividades como trepar, correr y los juegos imaginativos no solo mejoran la coordinación motora y el equilibrio, sino que también potencian habilidades cognitivas como la atención, la memoria operativa y la resolución de problemas.
El juego al aire libre también aporta profundos beneficios para la salud emocional de los niños. El contacto con la naturaleza reduce el estrés y la ansiedad disminuyendo los niveles de cortisol y proporcionando paz y tranquilidad. Jugando al aire libre el niño descubre la gran satisfacción del aprendizaje autónomo y eso le ayuda a mejorar en su autoestima, siendo más seguro y confiando más en sí mismo.
Las actividades al aire libre favorecen el desarrollo social y las habilidades interpersonales. La interacción con otros niños hace que estos aprendan a cooperar, compartir y resolver conflictos, lo que mejora algunas habilidades sociales como la comunicación, la empatía y la asertividad. También ayuda a fortalecer amistades, trabajo en equipo y el sentido de pertenencia.
En conclusión, el juego al aire libre no es solamente una actividad recreativa, es una herramienta vital para el desarrollo integral del niño, que mejorará su calidad de vida y le motivará en el aprendizaje.