Las piezas de bollería industrial, los refrescos, las golosinas, las barritas energéticas, las pizzas congeladas, las salchichas o las hamburguesas son algunos de esos ejemplos que podemos encontrar en los lineales de los supermercados y no se corresponden con productos frescos ni naturales, ya que para su conservación y para ...
Las piezas de bollería industrial, los refrescos, las golosinas, las barritas energéticas, las pizzas congeladas, las salchichas o las hamburguesas son algunos de esos ejemplos que podemos encontrar en los lineales de los supermercados y no se corresponden con productos frescos ni naturales, ya que para su conservación y para hacerlos más atractivos para su consumo pueden contener un alto contenido de azúcar y de sal, potenciadores de sabor, grasas, colorantes, aceites vegetales y harinas refinadas. La ingesta de este tipo de productos de forma frecuente puede derivar en la aparición de enfermedades como diabetes tipo 2, asma, cáncer de colon, enfermedad de Crohn, tal y como recogen en sabervivirtv.com.
Un estudio publicado en la revista `The British Medical Journal´, en el que la Dra. Susana Jiménez-Murcia, jefa de grupo de investigación del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), y el Dr. Fernando Fernández-Aranda, jefe de grupo del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), han tenido la oportunidad de estar presentes, se informa de que un 14% de los adultos y un 12% de los niños son adictos a este tipo de comestibles hasta tal punto que llegan a mostrar "un nivel de adicción sin precedentes", indican. En este sentido, apuntan que los componentes de estos alimentos dan lugar a niveles de adicción parecidos a los que se pueden dar con otras sustancias, como el alcohol o el tabaco: "Consumir productos como bollería industrial o comidas preparadas activa circuitos neuronales de recompensa de manera similar a cómo lo hacen otras sustancias", indica la doctora Jiménez-Murcia. Y añade que "esto implica el desarrollo de comportamientos impulsivos, la desregulación de las emociones, y se asocia también a una salud física-mental deficiente y una calidad de vida más baja".
A su vez, en el informe exponen que estos alimentos de procedencia industrial se elaboran con "ingredientes que no están disponibles en las cocinas domésticas" y aunque es cierto que aquellos productos "naturales o mínimamente procesados normalmente contienen carbohidratos o grasas, rara vez contienen ambos; por ejemplo, 100 g de manzana tienen 55 kcal de carbohidratos y 1,5 kcal de grasa (aproximadamente 36:1) y 100 g de salmón tienen 0 kcal de carbohidratos y 73 kcal de grasas (aproximadamente 0:1)". Sin embargo, si este modelo se traslada a los ultraprocesados, se observa como "100 g de una barra de chocolate contienen 237 kcal de carbohidratos y 266 kcal de grasas (1:1)", comunican. Pero esta dependencia no sólo está relacionada con los compuestos que la forman, sino que también lo hace a través de la rapidez con la que los "ultraprocesados transportan los carbohidratos y grasas al intestino".
Pero, ¿qué es lo que acaba haciendo que un alimento de esta tipología cree una adicción? Fernández-Aranda manifiesta que "creemos que es la combinación de muchos componentes lo que genera su consumo sin control" y reconoce que "estudiar como la combinación de diferentes ingredientes y aditivos, unido con varios formatos y presentaciones, incrementan el potencial adictivo de los alimentos ultraprocesados es un campo de investigación con mucho futuro".
Si bien es cierto que los investigadores reconocen que "no todos los alimentos desencadenan conductas adictivas, como tampoco todas las drogas son adictivas" consideran que "actualmente, de los alimentos disponibles para el consumo, los ultraprocesados parecen ser el mejor candidato para ser una sustancia adictiva".
El fácil acceso a estos productos en el mercado por parte de la población, ya que su precio suele ser asequible, y su relación con las personas de bajos recursos que no pueden permitirse adquirir productos más sanos y de mejor calidad, es algo que no se debe perder de vista y hay que controlar. De este modo, atendiendo a lo expuesto, los expertos consideran que los alimentos ultraprocesados "ya tienen un mayor atractivo y, combinados con su bajo costo, conveniencia y comercialización, es difícil que los alimentos mínimamente procesados compitan, particularmente para aquellos que enfrentan el estrés de las desventajas estructurales. Los enfoques políticos que combinan un mayor acceso a comidas mínimamente procesadas, convenientes, asequibles y sabrosas, al mismo tiempo que limitan las prácticas industriales que promueven de manera inequitativa los ultraprocesados (UPF) en comunidades desfavorecidas, podrían ayudar a reducir la adicción".
Otra solución estaría en la creación de guías para el tratamiento de esta dependencia alimentaria, tal y como expone Fernández-Aranda, "un ejemplo de la necesidad de crear estas guías es el caso de las personas con obesidad o trastornos de la conducta alimentaria que suelen presentar manifestaciones mucho más severas cuando van acompañadas de una adicción a los alimentos ultraprocesados. Urge disponer de unas directrices claras de cómo abordar este tipo de casos para prevenir y reducir el impacto".
FOTO PRINCIPAL.: Foto de Peter Dawn en Unsplash.