La fibromialgia se caracteriza por el dolor crónico generalizado y el cansancio mantenido en el tiempo, de intensidad variable que afectan a la calidad de vida y al estado de ánimo de quien la padece. Causa mucho sufrimiento porque siente dolor, se reduce su calidad de vida, ha acudido a ...
La fibromialgia se caracteriza por el dolor crónico generalizado y el cansancio mantenido en el tiempo, de intensidad variable que afectan a la calidad de vida y al estado de ánimo de quien la padece. Causa mucho sufrimiento porque siente dolor, se reduce su calidad de vida, ha acudido a diferentes especialistas buscando el origen de su problema y percibe incomprensión en sus familiares y amigos.
Los estudios señalan que el perfil sería el de una mujer perfeccionista, muy preocupada y con signos de ansiedad, siendo el mayor porcentaje mujeres de 30 a 60 años.
Se establece por la presencia de síntomas y signos característicos tras haber excluido otras enfermedades realizando pruebas (como análisis y radiografías, entre otras) que permitan descartar otras enfermedades del aparato locomotor asociadas. En la revisión de Wolfe y colaboradores de 2016, se señala que, "para el diagnóstico de fibromialgia, el paciente debe cumplir todos los criterios siguientes:
1- Índice de dolor generalizado (IDG) >7 y puntuación en la escala de gravedad de síntomas (EGS) >5 o IDG 4-6 y EGS >9.
2- Dolor generalizado: presencia de dolor en al menos 4 de las 5 áreas específicas.
3- Los síntomas deben haber estado presentes a un nivel de intensidad similar al actual al menos en los últimos 3 meses.
4- El diagnóstico de fibromialgia no debe ser considerado de exclusión: es válido independientemente de otros problemas reumatológicos. La presencia de fibromialgia no excluye otras enfermedades clínicamente importantes".
Es importante establecer el diagnóstico cuanto antes e informar al paciente, para aportarle mayor seguridad. Reconocer que los síntomas que padece se deben a una patología determinada, pude ayudarle a mejorar el afrontamiento y la aceptación de la enfermedad.
La persona afectada describe síntomas como dolor generalizado y mialgias de localización imprecisa de larga duración. El dolor es difuso, intenso, profundo, difícil de definir y suele empeorar con el frío, las situaciones de estrés emocional y el ejercicio físico intenso. Puede acompañarse de hormigueo en manos y pies, edema e hinchazón periarticular, principalmente en las manos, con rigidez matutina. Además presentan fatiga, malestar general, dificultades para dormir y sueño no reparador, entre otros.
El tratamiento debe pautarlo el médico. Suelen aplicar varios procedimientos, solos o combinados, pero la forma de tratar al paciente es fundamental. Conseguir su confianza, tranquilizarlo y explicar sencillamente lo que sucede reduce su ansiedad y aumenta su adherencia. Las intervenciones educativas están dirigidas a mejorar su calidad de vida y mantener una actitud positiva ante los problemas diarios, evitando preocuparse en exceso por todo. A ello se une el tratamiento farmacológico (antidepresivos, relajantes musculares, analgésicos y antiinflamatorios, normalmente), las terapias complementarias (como la fisioterapia, por ejemplo) y el tratamiento psicológico (psicoterapia, educación al paciente y a la familia y terapia de grupo, fundamentalmente).