Pensar y reflexionar mucho acerca de un tema es normal, sobre todo si tienes que tomar decisiones. Sin embargo, darle vueltas y más vueltas a un asunto, sea cual sea, y entrar en bucle no lo es tanto. Esto lo hacemos porque, claramente, nos tomamos en serio la idea en ...
Pensar y reflexionar mucho acerca de un tema es normal, sobre todo si tienes que tomar decisiones. Sin embargo, darle vueltas y más vueltas a un asunto, sea cual sea, y entrar en bucle no lo es tanto. Esto lo hacemos porque, claramente, nos tomamos en serio la idea en cuestión, la analizamos y la examinamos tan profundamente como la vida misma, nuestras relaciones o el trabajo.
Y, hasta cierto punto es normal ¿no? Incluso, se trata de una buena cualidad, pues significa que somos honestas con nosotras mismas, responsables y que no nos engañamos ni tampoco a los demás, tan solo nos queremos asegurar de que todo va y está bien a nuestro alrededor.
El problema vendría cuando todo nos lo tomamos demasiado en serio hasta el punto de llevárnoslo al terreno personal al extremo de pasarlo mal por todo. "Me ha hecho este comentario porque no le caigo bien, esa broma que me ha gastado seguro que lo piensa de verdad, y un largo etcétera". Es decir, a veces, hacemos constantemente suposiciones y nos preocupamos demasiado por cada detalle o comentario. Entonces, ¿se trata de una cuestión de nuestra personalidad?
¿Se pueden cambiar estos hábitos de pensamiento? ¿Cómo podemos dejar de tomarnos las cosas tan en serio?Una investigación llevada a cabo por y publicada en el National Institutes of Health (NIH), analiza cómo podemos entrenar o controlar los estímulos que nos llevan a preocuparnos en exceso, por los efectos ansiosos que nos puede provocar e, incluso, llegar al insomnio.
Y lo curioso de este estudio es que, llegaron a la conclusión que las personas diagnosticadas con trastorno de ansiedad, a menudo, luchan con una especie de preocupación crónica. Preocuparse por cosas que ni siquiera han sucedido o que están fuera de tu control.
"El secreto de la vida es ver todo, sin tomarse nada en serio, pero estar absolutamente involucrado. Es como un juego".
- Sadghuru
De esta forma, y a sabiendas de que la preocupación o el darle vueltas a todo, pensar demasiado o, en definitiva, tomarte las cosas tan en serio te puede llegar a afectar mucho, tanto emocional como mentalmente, te contamos algunas técnicas para reducir las preocupaciones que la psicóloga, escritora del bestseller "13 cosas que las personas mentalmente fuertes no hacen", y terapeuta Amy Morin recomienda:
1. Establece un tiempo determinado para preocuparte
Puede parecer contradictorio el hecho de que tengas que tengas que prestar atención a tus preocupaciones. En realidad, ocuparse forma parte del proceso que evita los pensamientos intrusivos constantes. La investigación anteriormente citada corrobora el hecho de que programar un tiempo al día exclusivo para preocuparse puede ayudar a reducir los pensamientos ansiosos y a mejorar el sueño. Así, puedes comenzar por reservar 20 minutos para no hacer nada más que preocuparte.
Por su parte, Amy Morin, explica que, cuando lo hagas, puedes darles toda la atención pero solo durante el tiempo de preocupación que hayas programado. "Planear tu tiempo para pensar en tus preocupaciones te ayuda a romper la cadena de esas mismas ideas que tienes a lo largo del día, así que, si lo haces a propósito unos minutos, puedes liberar tu mente para enfocarte en otros pensamientos más productivos", explica.
2. Ve más allá de la procrastinación y ocúpate
Otra de las recomendaciones es hacer una lista de todas las cosas que te preocupan, las cuales pueden ser de todo tipo. Así, cada vez que en tu mente un pensamiento que te agobie y empieces a darle vueltas, puedes añadirlo a la lista. Al escribir tus tareas pendientes en forma de "mis preocupaciones", los verás mucho más claros en un papel y los podrás ir tachando a medida que te ocupas de aquellos que puedes solucionar, como si fuera la lista de la compra.
3. Háblalo
Compartir tus pensamientos y preocupaciones con una amiga o algún familiar de confianza es siempre un gran alivio. Los seres queridos pueden ser una gran red de apoyo al ofrecerte su escucha y comprensión incondicional. Aunque puede que no siempre estén disponibles para ti por lo que siempre debes tener presente la idea de acudir a un profesional si notas que necesitas ayuda en este sentido.
4. Cambia tus pensamientos
La preocupación es un patrón de pensamientos negativos en cadena que pueden contribuir a aumentar los síntomas de la ansiedad. Sin embargo, este tipo de pensamientos tienden a ser unos hábitos aprendidos que pueden afectarte en tu estado de ánimo profundamente. De hecho, otro informe publicado en el National Institute of Mental Helath (NIH) llamado ´Cuando el miedo abruma´, explica cómo aprender a desaprender los hábitos de pensamientos negativos y cambiarlos por puntos de vista más positivos.
Además, habla sobre el hecho de preguntarte si estás siendo realista o no en tus malos pensamientos si exageras o bien tienes argumentos y razones suficientes para pensar mal. Por ejemplo, si te preocupa que otros te rechacen porque notan que eres intensa o que le das demasiadas vueltas a todo. Pregúntate si de verdad eso es tan cierto ¿Crees que la gente solo acepta a personas que no hablan de lo que les preocupa? Y si es así ¿realmente quieres ser amiga de alguien que no te acepta tal y como eres? No todos van a aceptarte como eres, pero que al menos sí puedes comenzar por aceptarte a ti misma y, de paso, elegir a quien también lo hace.
"No te tomes la vida tan en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella".
- Daniel Rabinovich
5. Prueba técnicas de relajación
Siempre puedes aprender a relajarte mediante distintos métodos que tienes hoy en día a tu alcance. Existen un sinfín de técnicas de relajación orientadas a ayudarte a liberar las tensiones en todo el cuerpo y a dejar ir tus pensamientos rumiantes y que son de gran ayuda. Además, siempre puedes probar diferentes técnicas y elegir aquella que vaya mejor contigo o que más te ayude a relajarte, ya sean meditaciones concretas, practicar mindfulness o atención plena, yoga, tai-chi etcétera.