Se estima que el 15% de la población española tiene ansiedad o estrés, lo que coloca a España en el lugar el top 5 de países con mayor incidencia de estos trastornos de ...
Se estima que el 15% de la población española tiene ansiedad o estrés, lo que coloca a España en el lugar el top 5 de países con mayor incidencia de estos trastornos de la Unión Europea. La sensación de vivir con estrés resulta tristemente familiar para buena parte de la población, aunque es posible que sientas otra respuesta de la que no te habías percatado: un poderoso deseo de comida "reconfortante", esa comida altamente procesada y rica en grasas que sabes que no es buena para la salud, pero que ayuda momentáneamente a aliviar el estrés y la tensión y proporcionar una sensación de control.
Ahora, una investigadora del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (Virginia Tech) ha identificado una molécula encontrada en una región del cerebro llamada hipotálamo que está conectada con cambios en el cerebro que conducen a comer en exceso por impulsos emocionales. Sora Shin, profesora en el Instituto de Investigación Biomédica Fralin de VTC acaban de publicar este hallazgo en `Nature Communications´.
"No siempre comemos porque tenemos hambre y tenemos ciertas necesidades físicas", señala Shin. "Cada vez que nos estresamos o sentimos alguna amenaza, también puede desencadenar nuestra motivación para comer. Creemos que esta molécula es la culpable".
El equipo de científicos comenzó el estudio investigando una pequeña molécula, la proencefalina. Esta molécula es común en múltiples partes del cerebro, pero pocas investigaciones habían examinado su papel en el hipotálamo. Shin sospechaba que desempeñaba un papel en el estrés y la alimentación porque el hipotálamo es un centro para regular la conducta alimentaria.
El laboratorio expuso a ratones al olor de las heces de gato. El olor de un depredador natural desencadenó una respuesta de amenaza en los ratones y, 24 horas después, los ratones exhibieron un estado emocional negativo, un comportamiento de comer en exceso y las neuronas de sus cerebros mostraron sensibilidad al consumo de alimentos ricos en grasas.
Para confirmar el papel de la molécula en la alimentación inducida por el estrés, los investigadores activaron artificialmente las mismas neuronas con luz que estimulaba una molécula codificada genéticamente expresada en la membrana de la célula neuronal, sin el olor del depredador, y observaron una respuesta similar. Además, cuando expusieron a los ratones al olor a gato y calmaron la reacción de las neuronas que expresaban esa molécula con la misma técnica, los ratones no mostraron ningún estado emocional negativo y no comieron en exceso.
"Así que algo en esta molécula en sí es muy crítico para inducir un consumo excesivo después de la amenaza", apunta la autora. El descubrimiento apunta hacia una posible diana terapéutica para controlar la alimentación desencadenada por emociones. "Tenemos todavía mucho más que aprender sobre esta molécula", concluye Shin, "pero encontramos su ubicación y podría ser un buen punto de partida".