Se define celiaquía como una enfermedad autoinmune en la que parece que se presenta un componente genético. Suele describirse como un trastorno crónico a nivel intestinal. Entre sus características destacaría la atrofia de la mucosa intestinal, la intolerancia al gluten (una proteína existente en cereales como el trigo o la avena, entre otros) y un síndrome de malabsorción.

A pesar de que los síntomas son variados y diferentes según el momento de aparición de la celiaquía, destacarían diarrea, fatiga, flatulencia, dolor estomacal y abdominal, náuseas, calambres musculares y anemia, entre otros. La intensidad y gravedad de los síntomas es variable a nivel individual, estando asociadas a la existencia de lesiones específicas en el intestino delgado.

Es el médico quien debe hacer el diagnóstico, siendo fundamental realizarlo cuanto antes para poder mejorar la calidad de vida de la persona afectada y evitar complicaciones a medio y largo plazo (irritabilidad, descalcificación, pérdida de peso, dermatitis o daños renales, hepáticos y tiroideos, entre otros). Se basa en la anamnesis, la realización de pruebas serológicas y, si es preciso, una biopsia intestinal.

El tratamiento se centra en eliminar de la dieta el gluten y modificar hábitos poco saludables que inciden en la salud general. Entre las recomendaciones habituales destacarían:

1-Leer correctamente las etiquetas que acompañan a los alimentos y elegir productos en los que esté claramente especificado que son aptos para celíacos o que no contienen gluten. Es importante porque existen numerosos alimentos (embutidos, conservas, salsas, helados, chocolate y paté, por ejemplo) que pueden incluir gluten en su composición.

2-Sustituir alimentos de consumo habitual que contienen gluten (galletas, harinas, pan, pasta, pasteles y algunas bebidas, entre otros) por productos específicos elaborados sin gluten.

3-Tienes a tu alcance numerosos alimentos sin gluten que puedes consumir sin temor (carne, azúcar, huevo, marisco, pescado, arroz, maíz, fruta, verdura, leche, hortalizas y legumbres, por ejemplo) y puedes incluirlos en recetas deliciosas y saludables.

4-Adquirir alimentos sin gluten similares a los que sí lo presentan. Puedes encontrar caramelos, galletas, helados o pan de arroz, por ejemplo, en diferentes puntos de venta.

5-Excluir aditivos (espesantes, colorantes y conservantes, entre otros) que contienen gluten o trazas de gluten y se incorporan a los alimentos de uso común.

6-Consulta al farmacéutico y lee el prospecto de los medicamentos que debes consumir. Existen excipientes que acompañan al principio activo y que los celíacos no pueden tomar (por ejemplo, el almidón). Suelen existir alternativas que no incluyen gluten en su composición.

7-Comparte tu situación con familiares y amigos para sentirte arropada. También puedes ponerte en contacto con asociaciones de celíacos para recabar información, consejos y recomendaciones de interés a todos los niveles sobre la celiaquía.