Una cicatriz queloide es la respuesta de la piel a una lesión y se caracteriza por el crecimiento exagerado de tejido cicatricial que se desarrolla después de que la piel se cura y es de mayor tamaño que el área lesionada. Tiende a aumentar su tamaño con el paso del tiempo.

Puede presentarse en cualquier zona de la piel en la que tengas una lesión pero, generalmente, se forma en los lóbulos de las orejas, hombros, mejillas y pecho. Si tienes propensión a su formación, es posible que se presenten en más de una localización. Puede formarse meses o años después de la lesión que lo provocó.

Los síntomas de las cicatrices queloides se centran en

-El aspecto físico de las cicatrices, pues son gruesas e irregulares.

-Picor, malestar y dolor.

-Piel brillante, sin pelo y elevada.

-Tamaño y textura variados, según el tamaño de la lesión original y el momento en que el queloide deje de crecer.

-Color rojizo, marrón o morado, según el color de tu piel.

-Los queloides generados en una articulación pueden desarrollar tejido duro que reduce el movimiento.

El crecimiento de los queloides puede deberse a cualquier tipo de lesión en la piel: acné, picadura de insecto, depilación, inyección, perforación, quemadura y pequeños arañazos y golpes. A veces, se forman sin ninguna razón concreta.

No está clara la causa de aparición de queloides. La mayoría de los expertos señalan que puede ser una disfunción del proceso de cicatrización de las heridas, asociada al colágeno, normalmente.

Entre los factores de riesgo de aparición de los queloides destacarían: tener piel morena o negra (aunque no se conoce el motivo de esta predisposición), ser menor de 30 años, tener antecedentes personales o familiares de queloides (lo que indica que la tendencia podría ser hereditaria) y, si has tenido un queloide, puedes desarrollar otros.

Los especialistas aportan recomendaciones para prevenir su aparición:

1-Proteger la piel para evitar lesiones. Intentar no lastimarse, los cortes y los arañazos, evitar las perforaciones, tatuajes y cirugías innecesarias.

2-Realizar un cuidado adecuado de las heridas. Se debe mantener la herida limpia y húmeda. Lavar la zona con agua y un jabón suave. Aplicar una fina capa de vaselina o similar varias veces al día en función de la necesidad. El médico puede recomendar la aplicación de una almohadilla de presión o de gel de silicona sobre la herida mientras cicatriza.

3-Colocar aros de presión en los lóbulos de las orejas tras realizar una perforación.

4-Cuando vayas a someterte a una cirugía, habla con el médico porque puede emplear técnicas específicas que reducen el riesgo de desarrollar queloides en la zona y sigue las indicaciones sobre los cuidados postoperatorios.