El insomnio es la enfermedad del sueño más frecuente. Provoca incomodidad por no poder dormir y una inadecuada recuperación nocturna que te impide afrontar las actividades cotidianas por la falta de energía. El sueño de quien padece insomnio es de mala calidad y no mejora, aunque se pase más tiempo ...
El insomnio es la enfermedad del sueño más frecuente. Provoca incomodidad por no poder dormir y una inadecuada recuperación nocturna que te impide afrontar las actividades cotidianas por la falta de energía. El sueño de quien padece insomnio es de mala calidad y no mejora, aunque se pase más tiempo en la cama intentando dormir.
Las causas son muy diversas y el problema puede agudizarse en ciertas épocas del año. Un episodio de estrés agudo (debido a problemas laborales o familiares, por ejemplo), una alteración emocional (como la depresión), una enfermedad orgánica (como la artritis o las úlceras gástrica o duodenal que cursan con dolor), el efecto secundario a la ingesta de sustancias que afectan al ánimo (alcohol, cafeína y drogas psicoestimulantes, por ejemplo) o a un trastorno en el ritmo de la respiración nocturna (ronquidos) se consideran desencadenantes del insomnio.
Existen diferentes tipos de insomnio. Se puede clasificar en:
-Insomnio de conciliación, que dificulta el inicio del sueño porque el individuo padece un estado de hipervigilia o de ansiedad relacionado con factores externos que no puede controlar.
-Insomnio de mantenimiento. En este caso, el comienzo del sueño es sencillo, pero no se mantiene estable. Durante la noche se presentan numerosos despertares y el afectado se despierta con sensación de cansancio.
-Insomnio terminal. La persona no tiene dificultades para conciliar el sueño, pero se despierta durante la noche (despertar precoz) y no puede volver a dormirse.
Los especialistas realizan una serie de recomendaciones que pueden mejorar el insomnio. Destacarían:
1-Dormir solamente el tiempo preciso para lograr despertarse con sensación de descanso. Establecer y seguir unos horarios estrictos de sueño y vigilia. Evitar las siestas superiores a 20 minutos.
2-Utilizar la cama únicamente para dormir (no para ver la televisión, mirar el móvil, leer o escuchar la radio, por ejemplo) y no acostarse hasta que se tengan verdaderas ganas de dormir.
3-Controlar las condiciones externas. Es importante que los sonidos, la luz y la temperatura de la habitación sean adecuados para conciliar el sueño.
4-No acostarse inmediatamente después de haber comido o bebido en exceso, ni tampoco hacerlo con hambre o sed.
5-Mejorar la dieta habitual introduciendo alimentos ricos en vitaminas del grupo B o calcio y magnesio (especialmente indicados para quienes se despiertan por sufrir calambres en las piernas). Prescindir del consumo de café, té, bebidas de cola o alcohólicas y tabaco poco antes de acostarse porque resultan excitantes y afectan al sueño.
6-Algunos compuestos (como ciertos medicamentos) pueden alterar el ritmo del sueño. Consulta a tu médico su consumo y el horario adecuado.
7- El ejercicio moderado efectuado durante el día tiene efectos positivos sobre el sueño. No se debe realizar ejercicio físico violento a última hora de la tarde ni por la noche.