En Navidad se plantean varias reuniones a las que, en general, no es posible renunciar. Las comidas de empresa, la cena de Nochebuena, la comida de Navidad o la cena de Fin de Año, por ejemplo, son convocatorias en las que es difícil encontrar una excusa adecuada para no acudir. ...
En Navidad se plantean varias reuniones a las que, en general, no es posible renunciar. Las comidas de empresa, la cena de Nochebuena, la comida de Navidad o la cena de Fin de Año, por ejemplo, son convocatorias en las que es difícil encontrar una excusa adecuada para no acudir. A ello se une que, salvo indicación médica, es necesario consumir alimentos típicos de estas fiestas o lo que los anfitriones hayan decidido preparar.
Esta situación no tiene que ser asumida como un problema porque no todos los días implican excesos gastronómicos ni reuniones con parientes y amigos. Es posible reducir el impacto y contrarrestar sus efectos siguiendo unas sencillas recomendaciones entre las que destacarían:
1-En las comidas específicas de fiesta navideña suelen presentarse muchas opciones diferentes. Sería recomendable comer pequeñas raciones, elegir racionalmente lo que vas a tomar, escoger alimentos ricos en proteínas (carne o pescado) y verduras elaboradas de manera natural (asadas o cocidas, preferentemente), evitar alimentos que aportan muchas calorías y grasas (embutidos, patés y quesos), reducir la ingesta de dulces, acabar la cena con papaya o piña que facilitan la digestión y evitan la acumulación de grasa en tu organismo.
2-Mantener una correcta hidratación. Beber (agua, infusiones o zumos naturales, por ejemplo) mejora el funcionamiento de tus órganos internos y favorece la eliminación de toxinas.
3-Aprovechar los días en los que no tienes ningún compromiso para seguir una dieta depurativa que facilite la eliminación de los excesos. Cocina sin sal, utiliza métodos que no aporten calorías (evitar los fritos y optar por cocer o asar es fundamental), reduce el consumo de proteínas de origen animal (mejor pescado que carne roja), aumenta la ingesta de frutas, verduras y hortalizas de temporada (con agua y fibra, agradables al paladar, fácilmente digeribles y saciantes).
4-No recurras a sustancias naturales sin control médico. Presentan actividad laxante o depurativa, facilitan la digestión de los alimentos y reducen los efectos de los excesos cometidos, pero no pueden ser consumidas de manera incontrolada porque también presentan efectos secundarios que pueden afectar a tu salud.
5-Aprovecha las propiedades de los alimentos habituales. Consumir alimentos ricos en fibra, vitaminas, minerales y agua es una buena idea. Frutas (naranja, papaya, piña, fresas, manzana, uvas o ciruelas), lentejas, verduras (cebolla, ajos, zanahorias, patatas, pimiento, espárragos, tomate, espinacas, calabacines o apio), té verde y aceite de oliva virgen son buenas opciones.
6-Evita el sedentarismo. Practicar ejercicio a diario es fundamental porque te ayuda a mantener tu salud y tu peso en niveles adecuados. Caminar a paso rápido, bailar o hacer alguna tabla en casa en el momento que puedas, te hará sentir bien y movilizará tu organismo.